Actualmente ( y espero que
afortunadamente) estoy jubilado. Durante
muchos años trabajé en entidades financieras. Nunca olvidaré las normas más
importantes que me impartieron, cuando
, por primera vez y sin conocimientos previos anteriores, inicié mi trabajo.
Había tres puntos que se consideraban
imprescindibles y debían acompañar toda transacción : seguridad, rentabilidad,
liquidez.
Traducido al lenguaje común: No se hace
una operación de cuyo resultado no haya seguridad; se han de obtener beneficios
y se debe poder recuperar el dinero prestado de inmediato.
Otras cuestiones importantes eran que
nunca se prestaba más del 80% del valor
atribuido al bien adquirido en una tasación justa y real y que nunca el
importe a devolver mensualmente debía
estar por encima de un porcentaje (creo recordar que el 40%) de
los ingresos del pagador en ése mismo período.
Haciendo caso omiso de estas normas
elementales y con un desmedido afán por obtener beneficios , los
banqueros cerraron los ojos y se embarcaron
en todo tipo de operaciones que
se tradujeran en resultados inmediatos para reflejar en sus balances
anuales el éxito y su escalada en el
ranking de las finanzas.
La seguridad fue amordazada por la rentabilidad del pelotazo y la
liquidez era algo tan etéreo y tan lejano que no debía preocuparles porque
¡todo iba como la seda!.
Con estas premisas, se inducía a los
clientes a que aceptaran créditos mayores que los realmente necesarios y muchos
caían en la trampa porque si el mismo banco/caja le ofrecía
más dinero ¿por qué no aceptarlo? ¿cómo iban a ir las cosas mal? Pues el hecho es que vinieron y no mal,
sino peor.
La politización de las cajas derivó en préstamos absurdos y ruinosos a gobiernos locales y autonómicos para
construir instalaciones absurdas e innecesarias, pirámides que dejaran para la
historia la huella de los modernos faraones.
Ahora nos encontramos con que la banca
está arruinada; sus dirigentes, tanto los que están como los que se han ido por
la puerta trasera, han ingresado pingües beneficios en sus cuentas personales a
cuenta de los presuntos beneficios obtenidos por sus bancos/cajas durante el período en que los han gestionado.
Ahora, que se descubre la ineficacia, cuando no la actuación dolosa en su
gestión, ¿esperará alguien que devuelvan todo ése dinero?
No caerá esa breva. El hecho lamentable
es que nuestros dirigentes políticos se han esmerado en que las pérdidas de
estas actuaciones catastróficas sean socializadas, sin empeño alguno en
recuperar lo que fue ( no creo que deba usar
otro adjetivo) robado.
Y todos (todos ellos, claro) tan
contentos. Mientras , no hay dinero para
obras públicas, ni investigación, ni sanidad, ni… La reducción del consumo
interno se agrava porque nuestros políticos no se ocupan de generar confianza
buscando soluciones juntos, sino de confrontar sus diferencias, tan insalvables
al parecer que prefieren arrastrarnos
junto a ellos al abismo del subdesarrollo para luego ejercer de salvadores.
Bueno, pese a ellos saldremos adelante,
porque somos más los que queremos ir hacia adelante, aunque muchos se han
acostumbrado a callar y sólo abran la boca delante de la taza de café,
incapaces de hacer algo más , aunque sólo sea para demostrar que no son idiotas
y que saben lo que está pasando.