jueves, 6 de diciembre de 2012

NO ES PAIS PARA GENTE HONRADA



Definitivamente, este no es país para gente honrada.
Por doquier lancemos la mirada encontramos multitud de corruptelas y corruptos. Los unos, empresarios ambiciosos que no dudaron en “untar” a todo aquél que se dejó, para conseguir más y mejores contratos. O, quizá empresarios a punto de quebrar que, ante la desleal competencia de los anteriores, no supieron encontrar otro camino para salir del agujero que el subirse al carro de la corrupción.
Los otros, políticos de todo género y condición, de pequeños pueblos y de grandes urbes. Lanzando, sin duda, diatribas contra sus adversarios, fueren los que fueren, en las campañas electorales, para luego sumergirse en el fango de la corrupción, el cohecho, la malversación…
Banqueros  y  dirigentes de cajas de ahorros, como puestos de acuerdo, arruinando sin ninguna compasión las entidades que les fueron entregadas para su buen gobierno, convertidas por mor de su “habilidosa gestión” en pozos sin fondo, agotados, en los que lo único que queda es el lamento de los atrapados por  cuotas  participativas, participaciones preferentes o cualquier otro de ésos “productos financieros” que fueron publicitados como de garantía y resultaron ser una estafa avalada por balances y estados de cuenta “arreglados”, sin que organismos de control del Estado pusieran coto.
Mientras tanto, los funcionarios, los trabajadores con nómina, los pensionistas, soportando sobre sus espaldas el peso de esta innoble carga van viendo como su poder  adquisitivo se reduce. Sufren retenciones en sus nóminas muy superiores a ése idílico 10% de “multa” que los poseedores de dinero negro han aflorado acogiéndose a la benevolencia de un Estado incapaz ( no quisiera que cómplice) de adoptar las medidas necesarias para controlar la situación.
¿Cuándo se adoptarán por los gobernantes (¿?) medidas para la recuperación económica?
¿Esperarán  a que surjan las oportunidades o se lanzarán raudos a buscarlas?
Son muchas las dudas de los ciudadanos de a pie, alimentadas sin duda, por la inacción de quienes saben que, tal como están las leyes (que aquéllos mismos crearon) resulta misión casi imposible arrojarlos de la poltrona por medios pacíficos.
Remedando el dicho, “ con estos políticos, para qué quiere uno enemigos”.
Al menos, que no quede por decirlo…

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