martes, 15 de abril de 2014

PACIENTES Y MÉDICOS

   Uno, que a lo.largo de su azarosa vida ha tenido que pasar por las manos de no pocos profesionales de la medicina, llega ,al fin, a preguntarse qué fue de aquél famoso "juramento hipocrático", acallado hoy por las voces de quienes, víctimas, han caído en sus garras.

    Bien, por razones organizativas y en aras de la rapidez, que uno sea "el de la 231B o el siguiente" en lugar de Fulano de  Tal, pero de eso a que el médico no le mire a la cara, o responda con monosílabos, o no dé al paciente(que eso es,paciente) una explicación clara y asumible acerca de su problema de salud, hay un abismo considerable.

    Cualquiera se imagina que en una profesión tan delicada como la medicina, se exige una profunda demostración de "aptitud". No parece, a tenor de la experiencia sufrida por muchos, que sean muy exhaustivas las pruebas de "actitud", que pongan de manifiesto la racionalidad que, presumiblemente, debe acompañar las relaciones humanas.

    No se pretende, por supuesto, generalizar este tipo de actuaciones a todo el colectivo porque,  sin ninguna duda hay quien pone, además de la ciencia, el corazón cuando trata a un enfermo. Cierto es que la empatia puede hacer "sufrir" al profesional,  al sentirse atado de pies y manos ante determinados casos que la ciencia se ve incapaz de resolver, pero no lo es menos que el enfermo adquiere ,con la actitud de médico, una dosis de confianza y comprensión,  que le fortalece y ayuda a sobrellevar su dolencia con otro ánimo.
 
   Puede, sin duda, el sufrido paciente buscar otro profesional que no adolezca de tales defectos. Más, si esta situación se produce en el sistema nacional de seguridad social puede encontrarse con que aquél que elige como sustituto tenga su cartera de pacientes a tope y, en consecuencia, le sea asignado cualquier otro,  tal vez con los mismos problemas que el que abandonó.

   Y uno, paciente por dolencias, pero impaciente porque quiere que estas desaparezcan, no deja de preguntarse cual es la razón de que los profesionales que son rechazados no sean objeto de algún tipo de control que permita evaluar su nivel de humanidad.  ¿Desinterés, corporativismo...?

   El caso es que, en cuestiones de salud, nunca es poco lo que se haga y un buen placebo es, sin lugar a duda, ese médico que te atiende como si tú fueras el único paciente sobre la tierra.

  

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