martes, 25 de noviembre de 2014

EXCELENCIA

     En la revista semanal que acompaña a un diario, que  compro habitualmente, se hace una pequeña engrevista a Benjamin Hubert, diseñador inglés.
     No tengo la menor idea de cómo son sus diseños ni qué aplicaciones tienen. Ni siquiera he leído una critica, buena o mala. La verdad es que nada de eso me importa.  Sí hay algo que me dice mucho algo acerca de esta persona y es su respuesta a una de las preguntas.
     Proclama, lisa y llanamente (sic):"No tengo grandes principios, solo trato de hacer las cosas bien"
     De por sí,  esta proclamación sobre la carencia de grandes principios y de que " SOLO " trata de hacer las cosas bien, es ya una completa declaración de principios que, si fueran asumidos por muchas personas de nuestra sociedad no nos habrían llevado a la situación actual, donde parece haberse aceptado universalmente  la carencia de principios como algo inherente a la vida cotidiana.
     En virtud de esta ausencia de principios, los delincuentes juzgados y condenados se permiten la osadía de pedir indulto y lo lamentable es que, en algunos casos y fuera de toda lógica racional, se les ha concedido. Lo que en tiempos pretéritos fuera un privilegio real, se ha convertido hoy en una forma de evitar el castigo al amigo/cómplice/compinche o vaya Vd.  a saber qué,  aunque en estos días,  quizá por el desembarco de nuevas fuerzas políticas o por la cada vez más cercana época de elecciones, se está denegando.
     Uno confía en que el abuso de esa práctica, que no se aplicaba a  quienes la necesidad o el abuso de drogas habia llevado a cometer delitos irrelevantes  comparados con los  llevados a cabo por los corruptos y defraudadores actuales, pase al olvido y se ciña a los casos en que la justicia debe estar por encima de la ley escrita.
     Quizá,  así,  muchos volvamos a tener confianza en las instituciones y en aquéllos que las gobiernan.

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