jueves, 7 de agosto de 2014

NUBLADO

   Cuando uno se levanta, no siempre está todo claro. Muchas son las ocasiones en que densos nubarrones ocultan y cubren todo.En ésos momentos vienen a la mente muchos pensamientos, algunos tan oscuros que uno piensa en rendirse, porque: para qué luchar, si volverán en cuanto haya ocasión?.
     Pero hay que buscar un viento que nos ayude a disipar los nubarrones y, si no somos capaces de generarlo, podemos optar por buscar directamente la luz.
     Está en todas partes. Cualquier día, en cualquier noticiario, a cualquier hora, podemos verla si somos capaces de ir más allá de la trágica noticia de los bombardeos o de los muertos a causa del Ebola.Esa luz viaja a bordo de las personas que no huyen de las bombas, que desafían la infección y arriesgan su propia vida, porque tienen la posibilidad de salvar otras.
      Siempre, los propios nubarrones son los más oscuros, pero siempre, si nos acercamos a otros, podemos advertir que los suyos dejan a los nuestros en minúsculas anécdotas que,incluso, nos avergüenzan si insistimos en ellos.
      Estamos tan acostumbrados a la vida muelle, a disponer de cualquier cosa que se nos antoje, que el más leve contratiempo nos inutiliza.
      La clave está, simple y llanamente, en prestar el hombro al que necesita apoyo, abrazar al que se siente abandonado o, solamente, estar allí. Callado, pero disponible.
      La infelicidad nos la labramos continuamente cuando deseamos algo que no tenemos y es mayor el deseo que el esfuerzo para conseguirlo. Olvidamos con frecuencia que el camino nos ofrece la posibilidad de alcanzar mayor satisfacción en su trayecto que la que se puede conseguir en la meta.
       Yo no puedo hacer esto, me he dicho en más de una ocasión y, sin embargo, en tantas cuantas he insistido he descubierto que sí era posible.
     El éxito puede deberse a veces, aparentemente, a la suerte. Más, si analizamos en profundidad, quizá descubramos que tuvo mucho que ver la formación, la disciplina,la constancia.
     Podemos elegir entre lamentarnos por nuestro infortunio y no hacer nada o  plantar cara y aprovecharlo como lección que nos permita ,en un futuro, disponer de las claves para su superación.

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