Las actuaciones de los distintos partidos, en aras de conseguir el poder, han llevado a nuestras mentes imágenes vividas anteriormente en las transacciones realizadas en cualquier bazar oriental.
Haciendo gala de similar habilidad mercantil, nuestros políticos han emulado en ocasiones a Groucho Marx (" tengo principios, pero si no le gustan puedo cambiarlos por otros"), con tal de gobernar.
Uno espera que, al menos, esas ansias de gobernar sean algo más que "botar" al que ha estado haciéndolo hasta ahora, pero los sucesos de cada día le hacen sentir serias dudas.
También uno recoge con sería preocupación la presencia, entre los que van a gobernar, de personas que han demostrado ,bien con sus actuaciones, bien con sus palabras, que sus radicales posturas les invalidan para ejercer sus funciones de manera imparcial.
Preocupa más, si cabe que ,quienes ostentan el liderazgo , duden a la hora de apartar a estos "compañeros de viaje" de sus equipos de gobierno.
Los ciudadanos debemos tener confianza en los líderes y es evidente que no contribuye a ello el que advirtamos radicalidad o poca determinación en quien pretende liderar el cambio para sacarnos de la situación de crisis en que estamos inmersos.
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