domingo, 13 de marzo de 2016

EL CASTILLO DE SANTA BÁRBARA

Recorrer los distintos caminos que rodean la falda del Castillo o ascender a la fortaleza por la carretera, deberian suponer un tranquilo y relajante paseo en el que disfrutar de preciosas vistas de la ciudad y de la sombra y verdor de la pinada.

Lamentablemente, ninguno de los gobiernos que ha tenido la ciudad ha tomado las medidas oportunas para que el mayor y más céntrico espacio verde de que disponemos tuviera un mínimo mantenimiento y cuidado.

El acceso por carretera muestra, desde hace años,  importantes destrozos de las pequeñas muretas que la lindan, cuyos restos aparecen tirados entre los pinos que, cargados de bolsas de procesionaria, dicen bien poco del amor por la naturaleza. Para que no haya tanto verde se mantienen ejemplares muertos, que contrastan por su color.  Los muros de contención que hay distribuidos entre la pinada están deteriorados y las piedras repartidas entre la maleza.

Las chumberas que hay en varias zonas presentan un aspecto deplorable, pues han sido atacadas por algún tipo de plaga y nadie se ha ocupado de retirar los despojos que han quedado.

La vista desde la cima ofrece un amplio panorama de pinos muertos, incluso en una pequeña zona en que ha habido replantación, que ignoro por qué no han sido talados y retirados. Ofrecen su fantasmagórica estampa, contribuyendo a dar la imágen de abandono del conjunto.

Cuando uno llega a la fortaleza puede que consiga olvidar lo que ha visto si dirige la mirada a la ciudad , por encima de las murallas o se centra en el azul del mar.

Si uno pretende visitar las distintas estancias de la fortaleza se encontrará con la desagradable sorpresa de que hay zonas cerradas, como algibe, polvorín a las que, según la respuesta de un funcionario municipal ,acceden las visitas que organizan agencias de viajes, con sus propios guias, sin que haya posibilidad de realizar visita guiada para quien haya accedido por su cuenta al recinto.

No parece lógico que un enclave de esta naturaleza se encuentre en tales condiciones de mantenimiento y con tan escasa propuesta para el turismo siendo Alicante una gran receptora de visitantes.

Dado que algunas de las medidas para mejorar la situación pueden ser realizadas sin coste, no parece que el actual gobierno municipal tenga interés alguno en llevarlas a cabo. O, quizá peor, no sepan lo que hay que hacer.

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