sábado, 19 de marzo de 2016

INSOLIDARIOS

Por si no fuera poco lo que están sufriendo quienes se ven obligados a abandonar su país involuntariamente, los políticos gobernantes han dejado bien claro que una cosa es apreciar e intentar salvar los vestigios de pasadas civilizaciones y otra muy distinta ayudar a sus moradores quienes desde Siria, Afganistan y otras regiones próximas,  pretenden acercarse al "paraíso europeo".

Así,  esa iniciativa de "mirar" uno por uno cada caso para conceder o no asilo que, en circunstancias normales sería , quizá,  adecuada, se convierte ahora, en virtud de la tragedia de la guerra y su correspondiente miseria, en un formidable y casi inexpugnable obstáculo que dará lugar a más muertes, a no ser que se acondicionen debidamente los lugares de acogida y se establezcan mecanismos para que el realojo en los lugares definitivos se produzca con rapidez.

Como en el caso de otras migraciones, las actuales no podrán llevarse a cabo de una manera ordenada mientras no cesen los hostigamientos en las regiones de origen, pero dudo que esto se consiga mientras las contiendas sean alimentadas con armamento y apoyo militar a uno y otro bando.

Los conflictos internos tienen difícil solución si las partes en conflicto se niegan, unas a otras, la posibilidad de diálogo y acuerdo, empecinándose, cada una, en ser la que tiene la razón y no viendo que lo único que lograrán es un país destruido y en la miseria en el que no habrá vencedores y vencidos, sino perdedores, porque habrán perdido mucho más de lo que podrán conseguir por la fuerza.

Se está logrando, además,  con esa parsimonia de los políticos,  que la cotidianeidad de los sucesos los vaya normalizando y ya no sea tan indigesto el telediario, cuando muestra las escenas de caos y sufrimiento.

En días cercanos hemos asistido, además,  al repugnante espectáculo protagonizado por "civilizados" jóvenes de paises del norte de Europa, mofándose de emigrantes e indigentes, sin que se hayan llevado a cabo contra ellos acciones contundentes que dejen bien claro que hemos dejado atrás,  hace muchos años, la insolidaridad.

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