viernes, 26 de febrero de 2016

ALGO INEVITABLE





            Como voy a seguir hablando de los perros…No; de algunos de sus dueños. De ésos que caminan por delante de sus animales con la mirada como distraída, fijada quizá en un horizonte idílico ( por supuesto lejos de la puerta de su casa) en el que éstos (los perros) puedan orinar y defecar sin temor a que nadie les eche en cara a aquéllos(los dueños) su falta de civismo.

            Siguiendo con el inicio, como voy a seguir hablando del tema de la suciedad que depositan los perros y no recogen los dueños, no quiero que se piense que el título está sugerido porque he perdido la esperanza de que la situación revierta y no haya nada que hacer. Antes al contrario.

            Y como para reforzar esa esperanza mía, mira por donde mi buen amigo y periodista Toni Gil, publica en la edición digital hojadellunes.com (http://www.hojadellunes.com/index.php/opinion/42-un-perro-un-voto) un artículo, que recomiendo, titulado “UN PERRO UN VOTO” en el que refleja su sentir ante esta lamentable, pero evitable, situación de nuestra querida Alicante.

            Sé que hay muchas sensibilidades en el tema de los perros y no voy a negar ni el derecho de éstos a existir ni el de tenerlos por parte de quienes dicen ser sus amigos. Pero todo tiene un límite. Si estuviéramos hablando de elecciones, diríamos que hay una “línea roja” que no debemos estar dispuestos a dejar traspasar.

            La ciudad, Alicante es, ante todo, una sociedad en la que debemos convivir en armonía y respetando las normas que, como todo lo que obliga, sin duda tiene el lado bueno ( derecho a tener perro ) y el lado malo ( obligación de mantenerlo, cuidarlo, limpiar). Y no debe ser la obligación muy gravosa, habida cuenta de las expresiones de cariño que se prodigan a los animales. 

            Las excusas que se exponen acerca de la imposibilidad de que un perro haga sus necesidades fisiológicas en un sitio concreto y no donde le venga en gana, quedan desmontadas porque está demostrado que se le puede adiestrar, sin un esfuerzo sobrehumano. Eso sin contar con que no son pocas las ocasiones en las que el animal, víctima de la pereza o distracción de su dueño, que no lo saca a la calle hasta el último momento, está conteniendo su necesidad hasta que ya no puede más y defeca en el ascensor, el portal, la puerta del vecino o la  del supermercado .

            ¿Hará falta, como tantas otras veces que la prensa intervenga para destapar este “watergate” particular que impide  que los que gobiernan ( que tienen potestad para ello) tomen cartas en el asunto?

            Uno espera que no ocurra así. Uno espera que toda la fogosidad  e ímpetu de nuestros gobernantes sirva, además de para cambiar rótulos de calles, también para mantener limpia la ciudad.
           

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