Nuestra ciudad tiene un alcalde,
un alcalde ejemplar,
que pretende en un instante
unir la Explanada y el mar.
Primero gestó (¡vaya parto!)
un corredor submarino
y, de la oposición harto
cambió por puente el camino.
Consciente de que su imagen
es, más que tal, caricatura
intenta que otros ediles se “rajen”
y les pone las cosas “duras”
Por otra parte, la basura
que llena aceras y calles
no se quita con premura
y no alivia nuestros males.
Así, una ciudad tenemos
con calles que la suciedad nubla,
porque limpieza no vemos
ni en realidad ni en pintura
Mientras tanto, pasa el tiempo
que dicen que todo lo cura.
Más no hay tiempo. Lo presiento.
Por la ciudad no se procura
Muchos vecinos que claman
mientras degustan cerveza,
con su conducta declaran
que no entra en su cabeza
trabajar para que sus calles
recuperen su antigua belleza.
Permiten así que sus canes,
levantando su “patita”,
dejen marcas con orines
en postes, fachadas y esquinas
Otros hay con menos cabeza
más, tal vez con alevosía,
que minan con “cacas” las aceras
llenándolas de porquería.
Y uno, que quisiera que sus ediles
tuvieran algo de empatía,
ve que solo con los perros la tienen
digan otros lo que digan.
No se atreven a imponer sanciones
¿Son, nuestros gobernantes, de pega
y no teniendo otras justificaciones
por las elecciones se niegan?
Y yo digo que, lejanas las elecciones,
para cumplir su encomienda
existen ovaladas razones.
Y quien quiera entender, que entienda