Desde
determinados sectores, generalmente pertenecientes o vinculados a partidos políticos,
se viene insistiendo en la necesidad de separar de las aulas la enseñanza de la
religión, de modo especial la católica.
Entiendo
que quienes la consideran “el opio del pueblo “pretendan “ayudar” a los que se
encuentran bajo el influjo de esta supuesta “droga”. Yo mismo dejaría de ser
cristiano si estimara que es perjudicial para mi salud, pero, desde que lo soy
y seguramente a consecuencia de esta “drogadicción” resulta que intento empatizar
con los demás, soy menos intransigente con las faltas de otros y cada día me
encuentro con que mis amigos me aprecian más.
Más
aún, resulta que entre las personas con quienes me relaciono las hay de diversas
tendencias o ideas, tanto de carácter político como religioso o sexual y
convivo perfectamente con todas ellas, sin ninguna clase de trauma para ninguna
de las partes.
¿Se
supone que debo ponerme un brazalete con algún distintivo para que reconozcan
mi filiación religiosa o debo renunciar a ella porque otros opinen de distinta
manera? Pues no lo he hecho ni lo pienso hacer. Si a los demás los trato como
personas, respetándolos, con independencia de sus creencias, sus filias o sus
fobias, espero de todos la reciprocidad.
Y
lo hago, al menos, porque como ciudadano español, la Constitución en su
artículo 14 dice expresamente:” los
españoles son iguales ante la ley …” para, poco después, en su artículo 16
indicar: “se garantiza la libertad
ideológica, religiosa y de culto…”
¿A
qué viene ese decidido interés por determinadas personas o grupos de presión
para suprimir de las escuelas la enseñanza religiosa? ¿Acaso no es un hecho que
nuestra sociedad tiene raíces cristianas? Por otra parte, según BOE A-2016-2714
en su preámbulo se dice, entre otras cosas: “…se garantiza a los alumnos musulmanes…el ejercicio del derecho a recibir
enseñanza religiosa islámica en los centros docentes públicos y privados
concertados…”
Y,
digo yo: ¿los españoles debemos soportar ser tratados con discriminación por
nuestros propios políticos, cuando no discriminamos a quienes, por distintos
motivos, vienen a establecerse en España?
Dejemos
que cada cual piense o crea como le parezca oportuno y ocupémonos, cada uno, de
respetar a los demás como nos gustaría ser respetado.
El
único aspecto en el que me gustaría se “drogaran” los demás, es en la
sugerencia del Papa Francisco sobre el uso que se hace de las palabras: PERDÓN, PERMISO, POR FAVOR, GRACIAS.
Y,
de paso, haré un esfuerzo por aplicarme, yo mismo, en el uso de éstas.
En
cuanto a quienes tienen tanto interés en el tema de la religión y tan poco por
resolver los problemas que afectan a la sociedad les diré que, si a las
gallinas una de las cosas que más les molesta es que les toquen los huevos, a
mí me pasa tres cuartos de lo mismo.
Vamos
a ponernos de acuerdo en identificar ( si es que aún hay quien los ignora) los
problemas de la sociedad , resolvámoslos y dejemos a cada cual con los derechos
constitucionales que le corresponden, hasta que llegue el momento en que se
decida que deben ser cambiados. Pero, eso sí, también constitucionalmente, no
por gritar más o menos.
Muy bien. Cuenta conmigo.
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