Recorriendo la ciudad, uno a veces
se pregunta por tal o cual cosa advertida siempre en el mismo sitio, con
apariencia de provisionalidad pero que, a la vista del tiempo que permanece,
adquiere la solidez de lo definitivo aunque su propia naturaleza la conduzca,
inexorablemente, a su destrucción.
Unas simples vallas, en aparente estado de abandono, trasladan el color de su herrumbre a las losas de la Avda. de Niza, en la Playa de San Juan. Uno se pregunta. ¿desde cuando estarán? y uno repasa en su memoria y se responde: ¡Más de un año!
Y uno, asombrado ante su propia respuesta, calla y murmura para sí: ¡siempre lo mismo!
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