miércoles, 2 de enero de 2019

EL AÑO NUEVO, NOSOTROS Y "LOS OTROS"


Seguramente más de uno estará de vacaciones y habrá tenido la oportunidad, hoy, de levantarse un poco más tarde, después de remolonear un poco entre sus calentitas sábanas. Luego habrá desayunado en su cálido comedor o cocina, que la calefacción mantiene a agradable temperatura. Quizá, incluso antes de desayunar haya ido a comprar una docena de churros, bien calentitos, para “remojarlos” en un chocolate que está casi hirviendo.

Tal vez, al pasar por la Avda. de Padre Esplá, en Alicante, habrá pasado junto a dos indigentes que, en portales próximos y sobre un “mullido” colchón de mármol, se arropan entre los cartones que protegían un televisor led de “potrocientas pulgadas” o un frigorífico triple A.

¿Se habrá percatado de que, entre esos embozos de ropas y cartones hay dos personas?  o, simplemente, no ha querido ni mirar o, peor aún, le ha importado un pito.


Pero estamos en Año Nuevo. Aún con el estómago un poco quejoso porque cena, uvas, brindis…era demasiado para el cuerpo.

Y nos hemos deseado Feliz Año Nuevo. Me gustaría creer que este nuevo año será mejor que el anterior y que, cuando finalice, esas dos personas y tantas otras que están en similares circunstancias, habrán encontrado la puerta que les permite abandonar tan inhóspita y precaria vivienda.

Seguro que, con tan pocas horas transcurridas ya hemos escuchado a los “padres de la patria” un montón de promesas, presupuestos, actuaciones de gran envergadura…Por supuesto no habrán recordado a estas dos personas, porque forman parte de la “microeconomía” y ellos solo se acuerdan de la otra que es, al fin y al cabo, la que llena sus bolsillos y les permite viajar en primera clase y percibir por una comida la dieta capaz de mantener un mes a una familia.

Quizá, otra vez quizá, se den cuenta de que estamos en año electoral y alguien les diga que deben caminar por la calle y saludar a las personas. Bueno, a estas dos, no. De ninguna manera, no sea que se les “pegue” alguna pulga o vaya usted a saber qué enfermedad de esas que lleva aparejada la miseria. Saludarán en los mercados, en las ferias y se les llenará la boca de todo tipo de promesas, porque siempre podrán justificar su incumplimiento con razones de peso. Y siempre encontrarán, entre sus "palmeros" el suficiente apoyo para continuar, porque no hay mayor ciego que el que no quiere ver.

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