Un plato muy sencillo
de preparar y económico que, además, es saludable, se puede preparar con pocas
habilidades culinarias (las mías son así) y, con ello cubrir parte de las
necesidades alimenticias.
Se trata de alcachofas
al horno. Normalmente las cocino cuando es su temporada, lo que garantiza que
la calidad del fruto es adecuada, si bien conviene siempre escogerlas antes de final
de temporada, pues están menos tiernas y el pelillo de su interior algo duro, las hace menos sabrosas.
El procedimiento es
sencillo: se toman las alcachofas y se corta el pie, reservándolo. Seguidamente
se toman con la mano por la parte cortada y se golpean por la punta, de manera
que se abran las hojas, al objeto de poder condimentarlas adecuadamente.
Se toma el pie y se
quita la corteza, mediante cortes longitudinales, de manera que quede libre la
médula, de color blanco.
Se disponen en la
bandeja del horno junto con las médulas, sobre un papel de hornear, para evitar
que la bandeja se manche. Se rocía aceite de oliva en su interior,
generosamente, así como sal al gusto de cada uno. Se rocían, igualmente, con
aceite y sal, las médulas .
Se colocan en la parte
media del horno, con calor arriba y abajo y a una temperatura de 150 grados
durante hora y media. Pasado este tiempo se observan y, si es preciso, se dejan
durante unos minutos más, hasta que las alcachofas adquieran un color marrón
oscuro y las puntas de las hojas
exteriores estén crujientes.
Se dejan enfriar y se
pueden consumir durante varios días, conservándolas en la zona baja del
frigorífico.
Para su consumo se
calientan un par de minutos en el microondas y ¡ya está!. Tenemos un excelente
plato de cocina mediterránea.
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