A estas alturas de la
vida uno ya ha aprendido que cuantas más personas intervengan en el reparto de
algo, más pequeña será la ración que les corresponda.
Seguramente con ese mismo
criterio, la empresa que limpia los contenedores, que ya no sé si es
subcontrata de contrata o contrata de subcontrata, nos ha ofrecido esta mañana,
a transeúntes y vehículos, de forma gratuita, una ración de porquería de dichos
contenedores que, con mucha diligencia, limpiaba un trabajador de una de las empresas
encuadrada en alguna de las referidas posibilidades.
Limpiar los contenedores
de todo tipo, en la calle, a las 9 de la mañana con una manguera y líquido a
presión es una maniobra que solo sirve para esparcir en un radio de 3 ó 4
metros a su alrededor la suciedad que, mal que bien, estaba en un solo sitio,
con el agravante de que se la llevan encima los vehículos y ciudadanos que
circulan alrededor. O, tal vez, eso es lo que se pretende.
Seguramente el Medio Ambiente agradecerá (los ciudadanos también) que dicha limpieza se lleve a cabo en un recinto cerrado, de manera que no haya posibilidad de contaminación.
Por si fuera poco, el
trabajador no lleva gafas ni mascarilla protectora, cuando está envuelto en la
misma nube de residuos que elimina de los contenedores.
Si la falta de medidas de
seguridad e higiene son rechazables en el ámbito de la empresa privada, no se
puede permitir que, realizando trabajos en la vía pública, pagados (y bien) por
nuestro bolsillo, a través de los impuestos que recauda el Ayuntamiento de Alicante, se realicen trabajos en estas condiciones.
Más, si alguien cree que
es un caso aislado el de trabajar en la calle sin medidas de protección
individual, invito a mis lectores a visitar las obras que se están realizando
alrededor de Las Cigarreras. Allí ni casco, ni gafas, ni mascarilla, ni
tapones auditivos…un conjunto, en suma,
merecedor de premio
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