jueves, 13 de diciembre de 2012

EL ESTADO DE LA CUESTION





Mientras unos, de cualquier cosa, hacen una “cuestión de Estado”, el estado de la cuestión es bastante deplorable y no es que dicha cuestión no tenga arreglo, sino que los que tienen el poder para hacerlo únicamente dedican sus esfuerzos, los unos  a utilizar a discreción ése poder que(según dicen ellos mismos) les han otorgado las urnas y los otros a oponerse fieramente a lo que dicen los primeros. Y es así donde gobierna la derecha, la izquierda o el de en medio. No hay diferencia. Siempre es el contrario el que está profundamente equivocado. Haga lo que haga.
Como fruto de tantos esfuerzos y deseos de “no unidad” para ir todos hacia adelante, que es lo único que puede solventar la crisis, es obvio que nada tenemos, puesto que pretender que unos y otros lleguen a un acuerdo en este país es algo que creo se llama entelequia, que no tiene mucho que ver con la “tele” (aunque puede que sí).
Así están las cosas. Durante mucho tiempo se ha hablado, y se sigue en ello, de que estamos en un Estado de Derecho aunque personalmente creo que ahora mismo lo que hay es un ( o son diecisiete) estado que se ha arrogado todos los derechos mientras los demás nos repartimos las migajas. ¿Protestamos? Yo creo que sí; debemos hacerlo de manera pacífica, ordenada, constante y con buenos argumentos y propuestas.
¿Todo lo que se ha hecho está mal? En absoluto. Pero , al igual que las medias verdades son muy similares a las mentiras, el no hacer todo lo que se debía o podía, también deja mucho que desear.
Tenemos (o teníamos), por ejemplo, el tan traído y llevado “Estado del Bienestar”  con el que nos habíamos criado (más o menos) todos y que ha pasado, casi de un plumazo, a convertirse en el “Bienestar del Estado”, que permite vivir muy bien a quienes, desde puestos relevantes (algunos ni siquiera eso) ejercen tareas de gobierno. ¿Qué, a lo mejor, nos hemos pasado un poco al querer que tantas cosas nos salieran gratis?. No diré que no. Sin embargo, no es el nuestro un Estado que  haya sido especialmente cauteloso en establecer los controles adecuados para que cada uno contribuya a pagar impuestos de acuerdo con sus ingresos o que haya controlado adecuadamente la veracidad de los gastos declarados. Así nos encontramos ahora con que el estado de nuestro bienestar deja mucho, mucho, que desear.
¿Acaso no son los propios Inspectores de Hacienda los que hablan de miles de millones de fraude?. Yo me atrevería a sugerir que se le pregunte a cualquiera, incluso poco instruido, si se le ocurre algún método para que los que ocultan sus ingresos y hacen recaer en los demás su insolidaridad, no puedan hacerlo. Profesionales liberales que acuden a domicilio y por unos minutos de trabajo perciben cantidades exageradas y no facturan; otros, que atienden en sus consultas y actúan de modo similar; etc. etc. ¿Devolverán el dinero robado los corruptos? ¡ay!
En fin, que la cosa, aunque cruda tiene remedio, pero hay que aplicarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario