Mientras unos,
de cualquier cosa, hacen una “cuestión de
Estado”, el estado de la cuestión es bastante deplorable y no es que dicha
cuestión no tenga arreglo, sino que los que tienen el poder para hacerlo
únicamente dedican sus esfuerzos, los unos a utilizar a discreción ése poder que(según
dicen ellos mismos) les han otorgado las urnas y los otros a oponerse
fieramente a lo que dicen los primeros. Y es así donde gobierna la derecha, la
izquierda o el de en medio. No hay diferencia. Siempre es el contrario el que
está profundamente equivocado. Haga lo que haga.
Como fruto de
tantos esfuerzos y deseos de “no unidad”
para ir todos hacia adelante, que es lo único que puede solventar la crisis, es
obvio que nada tenemos, puesto que pretender que unos y otros lleguen a un
acuerdo en este país es algo que creo se llama entelequia, que no tiene mucho
que ver con la “tele” (aunque puede que sí).
Así están las
cosas. Durante mucho tiempo se ha hablado, y se sigue en ello, de que estamos
en un Estado de Derecho aunque personalmente creo que ahora mismo lo que hay es
un ( o son diecisiete) estado que se ha arrogado todos los derechos mientras
los demás nos repartimos las migajas. ¿Protestamos? Yo creo que sí; debemos
hacerlo de manera pacífica, ordenada, constante y con buenos argumentos y
propuestas.
¿Todo lo que
se ha hecho está mal? En absoluto. Pero , al igual que las medias verdades son
muy similares a las mentiras, el no hacer todo lo que se debía o podía, también
deja mucho que desear.
Tenemos (o
teníamos), por ejemplo, el tan traído y llevado “Estado del Bienestar” con
el que nos habíamos criado (más o menos) todos y que ha pasado, casi de un
plumazo, a convertirse en el “Bienestar
del Estado”, que permite vivir muy bien a quienes, desde puestos relevantes
(algunos ni siquiera eso) ejercen tareas de gobierno. ¿Qué, a lo mejor, nos
hemos pasado un poco al querer que tantas cosas nos salieran gratis?. No diré
que no. Sin embargo, no es el nuestro un Estado que haya sido especialmente cauteloso en
establecer los controles adecuados para que cada uno contribuya a pagar impuestos
de acuerdo con sus ingresos o que haya controlado adecuadamente la veracidad de
los gastos declarados. Así nos encontramos ahora con que el estado de nuestro
bienestar deja mucho, mucho, que desear.
¿Acaso no son
los propios Inspectores de Hacienda los que hablan de miles de millones de
fraude?. Yo me atrevería a sugerir que se le pregunte a cualquiera, incluso
poco instruido, si se le ocurre algún método para que los que ocultan sus
ingresos y hacen recaer en los demás su insolidaridad, no puedan hacerlo.
Profesionales liberales que acuden a domicilio y por unos minutos de trabajo
perciben cantidades exageradas y no facturan; otros, que atienden en sus
consultas y actúan de modo similar; etc. etc. ¿Devolverán el dinero robado los
corruptos? ¡ay!
En fin, que la
cosa, aunque cruda tiene remedio, pero hay que aplicarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario