Debo reconocer que, mientras estaba trabajando, no es que me tuvieran sin cuidado los pensionistas, pero no me preocupaba por ellos.
Ahora, que estoy también en esa situación, veo que para muchos la situación no es nada halagüeña. Hay quienes tienen los hijos en el paro, sus hipotecas avaladas, cuidan de los nietos...
Mientras la (más que micro ) economía de esa parte de población sin otras posibilidades de ingresos se las ve y las desea para, al menos, sobrevivir, los políticos hablan de la macro economía, del PIB, del crecimiento, de la salida de la crisis; lanzan las campanas al vuelo y complacidos de sí mismos envían un escrito a los pensionistas en términos como(sic): "hemos querido hacer un esfuerzo para revalorizar las pensiones..." .Y así es, en efecto. Una persona jubilada me ha enseñado el documento que le anuncia la revalorización de la suya y casi me da un ataque de risa. Me he contenido porque me han enseñado a ser respetuoso. Nada más y nada menos que 0,92 € al mes.
Yo, seguramente por vicio, me hago las cuentas y digo: Supongamos que hay un millón de pensionistas en esta situación. Supongamos que no les decimos ni pio. Pues reciben su pensión y tan contentos; les evitamos la diarrea.
O me digo: Si el correo normal cuesta 0,38 € y el envío masivo pongamos que 0,20 € le añadimos otros 0,20 € entre papel, sobre y manipulación(que ya es rebajar), pues resulta que se ha hecho un gasto de 400.000 € que se podían haber utilizado, por ejemplo, para atender a enfermos de Hepatitis y , de paso, nada de la diarrea citada.
Pero claro las cosas son ,según parece, mas complicadas. Es mucho más sencillo que una empresa como Indra, de la que es accionista el Estado pacte indemnizaciones con sus directivos de más de 15 millones de euros.
Debe ser porque no hay que hacer tantas cuentas ni pensar tanto
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