Reconozco que hay palabras que me resultan evocadoras. Una
de ellas es “alcorque”. Ya sé que hay
quien confunde “alcorque” con “alcornoque” pero, aunque ambas empiezan
y acaban igual, hay entre ellas una notable diferencia.
Mientras el “alcorque”
sirve de cobijo a un árbol y le acompaña en su crecimiento, el “alcornoque” lo más probable es que
acabe en la barbacoa, asando chuletas o chorizos.
Esto último no es tan raro porque, al fin y al cabo, entre
los que gobiernan siempre se cuela algún “alcornoque”
y, lamentablemente, no pocos “chorizos”, aunque
nuestro grado de civilización no incluya entre las diversiones utilizar, en
estos casos, la hoguera.
Pero, siguiendo con los “alcorques”,
ya he escrito en alguna ocasión la pertinaz sequía mental de quienes desde el
Ayuntamiento de Alicante gestionan jardines, parques y arbolado público.
Como si de algo indigesto, que hay que
erradicar, se tratara, basta que un árbol se seque para que sea talado y, sin
más explicaciones, se abandone al correspondiente “alcorque” al vacío más absoluto. Tan absoluto que no es
infrecuente que se deje un buen vacío, tal vez con la intención de comprobar si
los ciudadanos estamos atentos a donde pisamos.
Y
hablando de lo que pisamos, ¿qué decir de los “regalos” con que nos obsequian cierto número de propietarios de
mascotas? Porque no son las mascotas las responsables de que calles y aceras
presenten aspecto y aroma poco agradables. Son sus propietarios ,voluntarios o
involuntarios, que utilizan la mascota como florero y no como un ser vivo al
que hay que cuidar y educar para la convivencia.
Me
he preguntado con frecuencia si no sería necesario exigir un certificado de idoneidad
que acredite la capacidad, no tanto física como intelectual, de quienes
ostentan la propiedad de una mascota.
Pero
lo que resulta lamentable, vergonzoso e indicativo de hasta qué bajo
punto ha llegado el nivel de educación cívica, es la comercialización de “juegos” en los que la mierda (sin
paliativos) sea el elemento central de la diversión (¿?)
Aunque,
volviendo al poco interés de nuestros ediles, nada me extrañaría que, en las
próximas festividades, el Ayuntamiento de Alicante obsequiara a los niños con
estos “fantásticos y educativos”
juguetes, para que se vayan haciendo a la idea del futuro de ciudad que les
espera.
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