lunes, 10 de junio de 2013

ITINERARIOS(II)



10 de Junio de 2013

            Hoy he ido hacia la zona del Cabo, pero siguiendo un itinerario urbano que he iniciado en el paseo de la playa , a partir del Mc Donalds hasta el final ,para después girar hacia la derecha, buscando la Avda. de la Costa Blanca y girando nuevamente a la izquierda, callejeando entre las urbanizaciones, buscando el mar, lo que me ha servido para conocer nuevos lugares.
            En general, como ocurre en muchas zonas, la costa está en casi su totalidad asediada por el asfalto, las urbanizaciones y las residencias unifamiliares. Salvo excepciones, la imaginación de arquitectos y promotores no se ha utilizado en exceso, seguramente porque las neuronas había que administrarlas con cuidado y no tenía sentido gastarlas cuando existía una demanda capaz de absorber cualquier cosa hecha de ladrillo.
            Sin embargo, la crisis ha dejado también aquí su huella, en forma de solares con materiales de construcción en los que los arbustos van, poco a poco, ganando terreno a los trabajos que realizaron las excavadoras. También he visto varios esqueletos de hormigón en espera de que alguien los “resucite” y transforme en las proyectadas viviendas que debían ser.
            El paseo por toda esta zona resulta un poco cansado, por la proliferación de cuestas bastante pronunciadas, ya que las construcciones y calles ocupan las faldas de las lomas. Muchas calles no tienen salida y, en el fondo de saco de su final se ha dibujado sobre el asfalto una pequeña rotonda para facilitar el que los vehículos puedan dar la vuelta.
            Si uno es persistente y no se arredra frente a las cuestas, llegará al punto más elevado de la zona en el que un túmulo cuadrado con un tubo en su centro tiene una placa que lo identifica como vértice geodésico. Desde allí se contempla el panorama en un ángulo de casi 360º, interrumpido, tan sólo por un grupo de urbanizaciones que lo impide.
            La vista del paisaje es lo único aceptable de casi todo el recorrido, toda vez que la densidad de urbanizaciones da lugar a una intensidad de tráfico que no permite un paseo apacible, tanto por el trasiego de vehículos como por el ruido que generan, especialmente los autobuses urbanos y de colegios. Siempre, claro está, que no se mire a espaldas de las urbanizaciones, donde la nula vigilancia de las autoridades y el todavía peor incivismo de constructores, ha dado lugar a ingentes vertidos de escombros, incapaces de ser absorbidos por los arbustos que crecen a su alrededor.

           
             

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