Repasando viejos
papeles, me encontré con el texto que sigue, que redacté hace unos cuantos
años, para la revista interna de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, donde en
aquéllos días prestaba mis servicios. A la vista de cómo funcionan las cosas,
fácilmente podría haber escrito hoy lo mismo, quizá con mejor redacción, pero
el fondo seguiría inalterable y es una lástima, porque la vida está llena de
pequeños detalles que son los que la hacen interesante.
EL
DETALLE
Uno de estos días
del verano, en un breve viaje vacacional, fui a una oficina de una caja de
ahorros en un pueblo de La Mancha.
La oficina, como el pueblo en sí, era minúscula y con una
sola empleada. También allí había llegado la fiebre del consumismo y el regalo,
y variadas ofertas de litografías numeradas de preciosos cuadros de un museo,
cuberterías, etc.se acumulaban sobre una pequeña mesa y el mostrador y, quizá,
también tapaban alguna que otra grieta de las paredes.
Mientras desgranaba la espera leyendo los folletos, la
empleada atendía a un cliente que estaba interesado por el paradero de sus
recibos de agua, luz e impuestos, que no le habían sido adeudados en la cuenta
debido a que se había descuidado y se quedó sin saldo suficiente para ello.
La citada empleada le dijo al cliente que no se
preocupara, que ella "había tenido el detalle" de no
devolverlos y, dentro del período hábil le había llamado para que ingresara lo
necesario.
Como es de suponer, me hizo gracia aquélla expresión y, aunque probablemente era poco afortunada,
por cuanto venía a ser quizá una excesiva autoproclamación del favor, sin duda
venía a poner de manifiesto algo que, bajo mi óptica, puede ser determinante de
la oferta de un servicio que tiende a conseguir la calidad.
A veces, ante las circunstancias y aconteceres diarios,
no puedo por menos que preguntarme "¿tanto cuesta tener un detalle?"
Los que en alguna etapa de nuestra vida laboral hemos
estado en puestos de atención directa al público hemos tenido oportunidad de
conocer en alguna ocasión la facilidad con que se pierde un cliente, a veces
porque la acumulación de trabajo no nos deja tiempo suficiente para "
tener un detalle "; pero esta situación es totalmente extrapolable a
cualquier puesto de trabajo.¿ O es mucho pedir el ofrecer una sonrisa a nuestro
interlocutor, facilitarle a nuestro compañero de trabajo el dato que necesita,
o ayudarle en su agobio de trabajo?.
Podemos tener tantos detalles....En algún sitio he leído
que nos pasamos la vida en busca de grandes cosas, cuando son las pequeñas
cosas cotidianas, "los detalles " los que contribuyen a hacerla más
llevadera, a darle "calidad " a la vida.
Si al terminar cada jornada podemos contestar
afirmativamente a la pregunta "¿he hecho algo por un cliente, por un
compañero, por mejorar mi trabajo... ? Habremos hecho algo en ese camino que
conduce hacia la CALIDAD, con mayúsculas.
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