Según afirman los psicólogos, que deben ser los entendidos en ésto, el hecho de compartir orgasmo no aporta, de por sí, garantía alguna de fidelidad futura entre quienes lo disfrutan.
Y es que, dicen, falta el componente afectivo: falta el amor.
El problema es, como bien titulaba la película española, "Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo ?". Existe, sin duda una confusión entre ambos términos a la que, según hemos podido ver, no son ajenos nuestros políticos.
Así , hay quien se sabe suficiente y se pasa el día mirándose al espejo, auto-enamorado de sí mismo y renegando de cualquier relación externa, alcanzando su orgasmo como cualquier otro onanista, embarcado en imaginativas y oníricas escenas. No necesita compañía, porque busca las sensaciones que le proporciona el estar de acuerdo consigo.
Otros, son conscientes de que el orgasmo no es algo que se mantiene en el tiempo una vez conseguido y que es mucho más placentero si va acompañado de relación afectiva y fiel, lo que da pie a nuevas y futuras experiencias satisfactorias. Por ello, buscan relacionarse con los de ideas afines y no buscan únicamente su propio placer, intentando el orgasmo compartido.
Los hay que son promiscuos y tienen relaciones con quien se pone a su alcance. Buscan el orgasmo a cualquier precio y la única fidelidad a la que obedecen es mantenerse visibles, porque por sí mismos no tienen capacidad suficiente para ello. El hecho de tantas relaciones produce, inevitablemente, rupturas cuando se hacen comparaciones entre unas y otras relaciones.
Y es que, dicen, falta el componente afectivo: falta el amor.
Hay, por último, quienes aman el riesgo. Con tal de conseguir el orgasmo huyen de toda norma preventiva. No utilizan preservativo, lo que a la larga produce contagios no deseados y se abandonan, sin reservas, en brazos de otros más fuertes y menos escrupulosos, que no tendrán inconveniente alguno en desecharlos, una vez obtenido el placer. Algo así como sucede con la Mantis Religiosa, su mayor riesgo es que, apenas logrado el orgasmo, sean devorados. (Aquí es adecuado recurrir a José Luis Perales y su canción Y TE VAS : " Y tú te vas, que seas feliz/Te olvidarás de lo que fui/y yo en mi ventana veré la mañana vestirse de gris").
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