Reconozco
que el otoño es una estación que, a veces, me llena de melancolía.
Afortunadamente uno encuentra, en sus paseos por la ciudad,
suficientes motivos para disiparla. No tanto fijándose en lo permanente que, a
menudo, produce el sentimiento contrario por el agobio o insulto a la belleza
que proporciona en forma de edificios feos, manzanas abigarradas…suciedad.
Prefiero fijarme en los pequeños detalles. Ese sencillo
imbornal, por ejemplo, que a lo largo de los meses consigue almacenar
suficiente suciedad como para servir de abono a un humilde vegetal que aporta
su verdor al gris otoño, aunque a lo largo del año, con los calores, le hayamos visto
languidecer y, casi, extinguirse.
Lástima que la ciudad sea más acogedora por estos detalles
que no llegan a compensar el exceso de suciedad y el abandono que se prodiga
por calles, plazas y rincones.
Imbornal C/Hnos López de Osaba el 21/01/2016 |
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