martes, 27 de marzo de 2018

CIUDADANOS CRISTIANOS


         Vivimos una situación, cuando menos, extraña. El único cristiano con el que muchos se identifican es con Ronaldo. Nada importa que, presuntamente, haya defraudado o que , en su modestia, se considere el mejor, sin esperar a que los demás se lo digan. 

         Los demás cristianos, entre los que me encuentro, tenemos que vivir sometidos diariamente al insulto, a la descalificación, por pertenecer a una Iglesia en la que se han dado, desafortunadamente, casos de corrupción, pederastia u otros deleznables actos. Como si los cristianos, en general, tuviéramos algo que ver. Como si la mayor parte no fuéramos honestos, buenos ciudadanos, solidarios, trabajadores…

         Podemos aceptar que nos tachen de ilusos aquéllos que son incrédulos, pero nos parece totalmente desafortunado y fuera de lugar que se nos achaquen otras calificaciones distintas a las que se puedan dar a quienes pertenecen a cualquier agrupación, ya sea gastronómica, deportiva, funcionarial o política.

         Cualquier “etiqueta” que coloquemos dará, inevitablemente, lugar a una distinción, cuando no descalificación. Se achacan defectos, mala praxis, a entidades, cuando quien actúa así son personas, determinadas o en grupo, que han decidido ir en contra de la sociedad y de sus ciudadanos. No voy a negar que hay personas que dicen ser cristianos y que actúan de manera absolutamente reprobable, pero son “ésos” y no el resto, quienes deberán enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Aquí, si la Ley social lo determina y allá, cuando llegue el momento de rendir cuentas. 

         ¿Debemos desdeñar, por el solo hecho de ser cristianas, la labor de esas personas que dedican su tiempo y energías a actuar solidariamente con inmigrantes, discapacitados, en riesgo de exclusión social …? 

         Por otro lado, no entiendo esa fijación en contra de las manifestaciones que se hacen por representantes de la Iglesia, con las que ni siquiera todos los cristianos estamos de acuerdo, en ocasiones.  Entiendo que solo afectan a quienes profesen la misma creencia; a quienes piensen distinto les debe dar igual. ¿o es que les molesta que les digan la verdad y no pueden soportarlo?

         Podemos convivir todos, independientemente de nuestras creencias o falta de estas, respetando a los demás y permitiendo que esa diversidad nos enriquezca o podemos pasarnos la vida maldiciendo al que cree en algo, al que no cree en nada, al que solo le gusta el fútbol o al que hace deporte antes de ir a trabajar. ¿Sirve de algo ese “encabronamiento” permanente que una parte de sociedad transforma de vez en cuando en violencia física?

         Para mí, solo demuestra, sea quien sea el que lo haga, la ineptitud para integrarse en una sociedad que, si bien tiene sus defectos y es mejorable, nos permite disfrutar de las ventajas de vivir en grupo, con el único requisito de respetar la libertad e ideas de los otros tanto como deseamos que se respeten las propias.
        

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