Anoche
no pude conciliar el sueño como días atrás. Me estuve preguntando por las
razones, repasando las actuaciones del día, hasta que, finalmente, pude
constatar con toda certeza el origen del problema.
Había
cometido el tremendo error de ver la edición del primer programa Master Chef en
el que, después de una, me imagino, ardua selección, quince personas cuya
máxima aspiración es ser seleccionados como el/la mejor profesional de la
cocina van a competir entre sí para lograrlo. Sólo habrá un vencedor, con un
premio sustancioso y tres premios de consolación.
El
jurado está compuesto por tres personas que, según el currículo que se citaba,
eran expertos en el arte de la cocina, galardonados internacionalmente y de
reconocido prestigio. Hasta aquí, todo iba bien. Cuando empezó el desarrollo
del programa ya se advertía en el jurado, sobre todo en uno de sus miembros ,
Pepe Rodríguez, algo así como “mala leche” y que no le importaba humillar a su
interlocutor.
Esto me
sorprendió, porque cualquiera que haya ejercido una actividad profesional , en
puestos de arriba y de abajo, si no ha aprendido dos cuestiones fundamentales:
respeto y empatía, podrá llamarse “profesional” si es que ello le place, pero
jamás habrá tenido el reconocimiento y la amistad de quienes han compartido con
él las duras jornadas de trabajo.
Puedo admitir
algunas “poses” del jurado, como los largos silencios, las miradas de
extrañeza…No puedo aceptar el hacer comentarios humillantes, dar la espalda al
concursante y despreciar su trabajo. No es cuestión de blandura con quienes van a tener que
soportar, seguramente, condiciones de trabajo con mucha tensión, se trata,
simplemente, de tratarles como personas, por muy malo que sea el plato que han
preparado, por extravagante que parezca, por no ser expertos en algo, porque
ésa es la cuestión, precisamente; no son expertos, sino aficionados.
Se puede aducir
que es un concurso, que se hacen las cosas así para generar expectación. Es
posible, pero no será la de, al menos, dos personas. Mi esposa y yo decidimos
que había muchas mejores maneras de tratar a los demás y, en consecuencia,
no vamos a ser espectadores de este.
Aquí hay uno más que no ve este tipo de programas, al punto que se considera una especie de extraterrestre cuando se tercia una conversación sobre aquellos y se manifiesta un desconocimiento absoluto sobre cualquier aspecto que les concierna, desde su existencia, pasando por el nombre y la cadena en que se emiten, o los famosillos que intervienen.
ResponderEliminarEl problema, Mateo, es que parecía un programa interesante y lo era, hasta que intervino el jurado y se produjo lo que explico. No debí ser el único molesto ni que lo hizo público, porque he visto otro día un trozo del programa y los comentarios del jurado ya son mucho menos desagradables.
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