viernes, 18 de octubre de 2013

PEATÓN





            El peatón es un ente individual, mixto en cuanto a su concepción e híbrido en cuanto a su alimentación. Obtiene su energía de elementos tan dispares como leche, tortilla de patatas, pollo, sardinas o cerveza, entre otros. Buen número de estos entes exhalan, de forma totalmente voluntaria y ocasional, humo. Todos ellos, de manera más o menos discreta, expelen ventosidades cuya actividad nociva en el medio ambiente aún no ha sido debidamente cuantificada.

            Su chasis soporta un número variado de órganos encargados de transformar en energía su alimentación, así como de controlar sus funciones vitales. No todos los elementos que lo forman son susceptibles de recambio ni, en su caso, está garantizada su duración en el tiempo ni los resultados funcionales que se buscaban.

            La capacidad de carga del peatón es muy baja y limitada a situaciones específicas y de breve duración. Se especula que esta limitación tenga que ver con su carencia de ruedas motrices.

            La situación del peatón con relación al automóvil es de manifiesta inferioridad. Una de ellas es la ya citada carencia de ruedas. Asimismo, dado que expele cantidades infinitamente menores de humo que el automóvil, no puede competir con él en este aspecto aunque, en otras facetas, como situarse en doble fila u ocupar espacios destinados al tránsito puede hacerlo con resultados interesantes. Por otra parte, para conseguir igualar la cantidad de decibelios que produce un automóvil, es preciso acumular un elevado número de peatones, circunstancia que sólo se produce en “botellones”, “macro fiestas” o recintos deportivos en los que el número de hinchas de un equipo exceden de lo habitual.

            Como resultado final de la preponderancia del automóvil sobre el peatón, no es infrecuente que éste último quede relegado en las políticas de preferencias  que los distintos gobernantes otorgan a las infraestructuras de la ciudad. Sirva de ejemplo el paso peatonal de la fotografía, que ha sido dedicado en su totalidad a contenedores de residuos, obligando al peatón al uso de la calzada reservada a automóviles, con el consiguiente riesgo de su integridad física.


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