El
peatón es un ente individual, mixto en cuanto a su concepción e híbrido en
cuanto a su alimentación. Obtiene su energía de elementos tan dispares como
leche, tortilla de patatas, pollo, sardinas o cerveza, entre otros. Buen número
de estos entes exhalan, de forma totalmente voluntaria y ocasional, humo. Todos
ellos, de manera más o menos discreta, expelen ventosidades cuya actividad
nociva en el medio ambiente aún no ha sido debidamente cuantificada.
Su
chasis soporta un número variado de órganos encargados de transformar en
energía su alimentación, así como de controlar sus funciones vitales. No todos
los elementos que lo forman son susceptibles de recambio ni, en su caso, está
garantizada su duración en el tiempo ni los resultados funcionales que se
buscaban.
La
capacidad de carga del peatón es muy baja y limitada a situaciones específicas
y de breve duración. Se especula que esta limitación tenga que ver con su
carencia de ruedas motrices.
La
situación del peatón con relación al automóvil es de manifiesta inferioridad.
Una de ellas es la ya citada carencia de ruedas. Asimismo, dado que expele
cantidades infinitamente menores de humo que el automóvil, no puede competir
con él en este aspecto aunque, en otras facetas, como situarse en doble fila u
ocupar espacios destinados al tránsito puede hacerlo con resultados
interesantes. Por otra parte, para conseguir igualar la cantidad de decibelios
que produce un automóvil, es preciso acumular un elevado número de peatones, circunstancia
que sólo se produce en “botellones”, “macro fiestas” o recintos deportivos en
los que el número de hinchas de un equipo exceden de lo habitual.
Como
resultado final de la preponderancia del automóvil sobre el peatón, no es
infrecuente que éste último quede relegado en las políticas de preferencias que los distintos gobernantes otorgan a las
infraestructuras de la ciudad. Sirva de ejemplo el paso peatonal de la
fotografía, que ha sido dedicado en su totalidad a contenedores de residuos,
obligando al peatón al uso de la calzada reservada a automóviles, con el
consiguiente riesgo de su integridad física.
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