El
debate de ayer estuvo bien. Creo que cada candidato dio de sí lo que se
esperaba, si bien todos iniciaron su turno con una dosis de nerviosismo
evidente, aunque tenía su lógica, dado lo mucho que está en juego.
Desde
mi punto de vista, el candidato que menos credibilidad ofreció fue Pablo
Iglesias, no tanto por cuanto decía, sino por la forma de hacerlo. No digo que
no esté convencido de sus propios argumentos, pero la forma de exponerlos, tal
como recuerdo hacíamos en la primaria al aprender la tabla de multiplicar o
como determinadas creencias lo hacen al leer sus textos, dan la impresión de
que no es tanto un convencimiento como un mantra a recitar para que vaya
calando en sus oyentes.
La
presencia de Soraya Sáenz de Santamaría dejó claro lo que ha demostrado a lo
largo de su trayectoria. Es una persona preparada, que argumenta con serenidad
y no se deja avasallar. No tengo muy claro si su presencia, inusual por no ser
candidata, se debe a que es el Plan B del Partido Popular o a que Mariano Rajoy
habría destacado entre los demás candidatos, no tanto por su talla como estadista,
que no cuestiono, como por su aspecto poco favorecedor.
¿Presenta
el Partido Popular a la Sra. Soraya porque va a darle el cambiazo al Sr.
Rajoy?. Tal vez debería hacerlo si pretende volver a gobernar, porque el Sr.
Rajoy no es la imagen que uno esperaría ver cada mañana, aunque tengo claro que
ha hecho lo que creía debía hacer, incumpliendo sus promesas electorales, sin
pensar en la resta de votos que podrían provocarle, cosa que otros políticos no
han hecho.
Posiblemente
si las drásticas medidas hubieran tenido el complemento de mayor firmeza contra
la corrupción y más atención a las personas que a los bancos, se habrían
aceptado con mayor conformidad, porque lo que está claro es que íbamos en
picado.
Volviendo
al debate, para mí faltó una mayor concreción en las medidas que proponían los
candidatos, aunque fue alentador el que públicamente se manifestara que había
puntos de coincidencia muy importantes entre las distintas opciones políticas.
No
entendí la postura de Pablo Iglesias con relación al tema del posible envío de
las tropas a Siria si desde París se solicitaba, que negaba con rotundidad. Y
no lo entiendo porque, si no estoy mal informado, según nuestra legislación, es
el Parlamento quien debe tomar una decisión de tal calado y, por tanto,
independientemente de quien ostente la Presidencia, debe aceptar las decisiones
que en este órgano se acuerden.
Obvio
es que quienes no han estado en el gobierno utilizaron algunos argumentos que
requieren mayor matización, pero no se puede adquirir experiencia sin práctica
y, por lo tanto, yo no tengo inconveniente en, si se presenta el caso, ser
gobernado por algún “novato”. Realmente lo importante es rodearse de un buen
equipo y saber dirigirlo adecuadamente.
Me
pareció interesante la posibilidad que planteó Albert Rivera de un gobierno en
el que tuvieran cabida políticos de la oposición. Sería una forma de conseguir
que “entre todos”, sin distinción de opciones, trabajáramos juntos para avanzar
hacia un futuro mejor.
Pedro
Sánchez deberá esforzarse para luchar contra el estigma de que, perteneciendo
al partido que estaba en el gobierno cuando la crisis se produjo, esperó a ver
si “escampaba” en lugar de hacer algo para evitarlo o, al menos, avisarnos de
que íbamos al borde del precipicio.
De
cualquier manera, tengo la esperanza de que, venga de donde venga, el próximo
gobierno sea capaz de adoptar las medidas necesarias en Educación, Sanidad,
Vivienda, Empleo, que consigan un despegue real de la sociedad, que nos permita
volver al Estado de Bienestar que teníamos antes de la crisis, pero con un
enfoque de responsabilidad social y de consumo responsable que impida volver a
caer, en el futuro, en los mismos defectos.
Muy bien. Me uno a tus buenos deseos en la responsabilidad de un Estado de Bienestar bien construido desde la honradez. Saludos. Paco
ResponderEliminarMe parece, amigo Paco, que nos hace falta algo más que buenos deseos
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