Subasto la soberanía;
compro,alquilo, voluntades
y quizá llegue algún día
a vender España por mitades.
A mí lo que me importa
es ser el que manda
aunque a quien me vota
tenga que dar la espalda.
Y es que eso del poder
se parece a la carcoma
que, desde que empieza a roer
se alimenta, no para de crecer
hasta que en superficie asoma
y ya no se puede contener.
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