jueves, 18 de diciembre de 2014

SIN TECHO



        

No es porque se aproxime la Navidad. En cualquier época del año se me hace un nudo en la garganta cada vez que paso junto a una persona que pide limosna o veo en un portal, cuya capacidad lo ha permitido, a alguien, que presumo sin techo, “disfrutar” de cobijo, al menos por una noche, aunque su colchón sean cartones y su edredón una vieja y raída manta.
         Seguramente, hasta los bancos, ésos entes insensibles, no pocas veces dirigidos por gentes también insensibles, cumplen con el precepto de dar cobijo a quien no lo tiene admitiendo, aunque a su pesar, a personas en los recintos de los cajeros automáticos.
         Me pregunto, no pocas veces, si ésos banqueros han pensado alguna vez en la posibilidad de no desahuciar a quienes, de modo involuntario, han dejado de pagar sus hipotecas porque la maldita macro-economía se ha “cargado” la modesta micro-economía familiar, al haber propiciado, quizá también por obra y gracia de su propio banco, que la empresa en que prestaban sus servicios, trabajando honradamente, se haya ido al traste al no ser capaz de atender sus obligaciones de pago ,porque han sido arrastrados por la vorágine de los impagos de sus clientes.
         Tal vez, alguno de ésos forzosos inquilinos de los cajeros automáticos formaron, en su día, como buenos clientes, parte de la cartera del mismo banco que ahora les “acoge”-
         Mientras las cosas ocurren así, nos desayunamos diariamente  con las “maravillosas hazañas” de tantos y tantos especuladores, políticos corruptos y empresarios corruptores, que se empeñan en hacer crecer nuestro “cabreo” contra el sistema, como si este tuviera culpa de todo lo que pasa.
Realmente no creo que haya unos sistemas mejores o peores (salvo los radicales de uno u otro lado) que otros sino que, cuando caen en manos de desalmados empeñados en establecer su particular visión capitalista del comunismo, “lo mío para mí y lo vuestro a repartir” junto con “quien parte y reparte se queda la mejor parte” hacen malo cuanto tocan.
Afortunadamente, el sistema actual, por malo que sea, nos da la posibilidad de rechazar periódicamente, por medio de las urnas, a quienes gobiernan de modo inadecuado. El problema está, obviamente, en que opiniones hay para todos los gustos y tanto la moderación como la radicalidad tienen seguidores, por lo que no está garantizado, en modo alguno que la opción elegida por el votante sea la que resulte no ya vencedora, sino la mejor para todos. Cosa que, al fin y a la postre es lo que nos conviene porque, realmente, a lo que aspiramos  es a un gobierno honrado y una convivencia pacífica, con un nivel de vida razonable y unos servicios sociales que no dejen de lado a ningún sector de población, por pequeño que sea.
 En, fin, no perdamos la esperanza
        

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