Como voy a seguir hablando de los perros…No; de algunos
de sus dueños. De ésos que caminan por delante de sus animales con la mirada
como distraída, fijada quizá en un horizonte idílico ( por supuesto lejos de la
puerta de su casa) en el que éstos (los perros) puedan orinar y defecar sin
temor a que nadie les eche en cara a aquéllos(los dueños) su falta de civismo.
Siguiendo con el inicio, como voy a seguir hablando del tema
de la suciedad que depositan los perros y no recogen los dueños, no quiero que
se piense que el título está sugerido porque he perdido la esperanza de que la
situación revierta y no haya nada que hacer. Antes al contrario.
Y como para reforzar esa esperanza mía, mira por donde mi
buen amigo y periodista Toni Gil, publica en la edición digital hojadellunes.com
(http://www.hojadellunes.com/index.php/opinion/42-un-perro-un-voto)
un artículo, que recomiendo, titulado “UN PERRO UN VOTO” en el que refleja
su sentir ante esta lamentable, pero evitable, situación de nuestra querida
Alicante.
Sé que hay muchas sensibilidades en el tema de los perros
y no voy a negar ni el derecho de éstos a existir ni el de tenerlos por parte
de quienes dicen ser sus amigos. Pero todo tiene un límite. Si estuviéramos
hablando de elecciones, diríamos que hay una “línea roja” que no debemos estar dispuestos a dejar traspasar.
La ciudad, Alicante es, ante todo, una sociedad en la que
debemos convivir en armonía y respetando las normas que, como todo lo que
obliga, sin duda tiene el lado bueno ( derecho a tener perro ) y el lado malo (
obligación de mantenerlo, cuidarlo, limpiar). Y no debe ser la obligación muy
gravosa, habida cuenta de las expresiones de cariño que se prodigan a los
animales.
Las excusas que se exponen acerca de la imposibilidad de
que un perro haga sus necesidades fisiológicas en un sitio concreto y no donde
le venga en gana, quedan desmontadas porque está demostrado que se le puede
adiestrar, sin un esfuerzo sobrehumano. Eso sin contar con que no son pocas las
ocasiones en las que el animal, víctima de la pereza o distracción de su dueño,
que no lo saca a la calle hasta el último momento, está conteniendo su
necesidad hasta que ya no puede más y defeca en el ascensor, el portal, la
puerta del vecino o la del supermercado .
¿Hará falta, como tantas otras veces que la prensa
intervenga para destapar este “watergate” particular que impide que los que gobiernan ( que tienen potestad
para ello) tomen cartas en el asunto?
Uno espera que no ocurra así. Uno espera que toda la
fogosidad e ímpetu de nuestros
gobernantes sirva, además de para cambiar rótulos de calles, también para mantener
limpia la ciudad.
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