lunes, 21 de enero de 2013

DIARIO DE UNA AUSENCIA



DIA SEGUNDO.-He dormido bastante bien, aunque no consigo que mi reloj biológico se olvide de tantos años de trabajo y borre las seis de la mañana de su despertador, que es el mío.
Lo de hacer de “amo de casa” seguramente será divertido como anécdota, pero debo reconocer una vez más la superioridad del “sexo débil”(¿?) en cuanto a las labores domésticas, tan arduas y poco agradecidas. Hoy han sido dos lavadoras y eso que acabo de empezar.
Después de un desayuno, como casi siempre, no demasiado copioso, he seguido el ritual dominical, con la lectura del periódico. ¡Que pocas alegrías proporciona! Si, al menos, cuando habla de corrupción fuera para decir que, gracias al dinero recuperado , se ha conseguido reducir el déficit público o reabrir algún hospital, o empezar una obra NECESARIA (esto lo pongo bien claro, porque tampoco me gustan las estaciones y aeropuertos “fantasma” y tantas otras cosas similares). Pero no.
Una llamada al teléfono me pone en contacto con mi “viajera chilena”. Ambos nos enviamos un beso virtual y nos damos una breve charla, pues no queremos que las compañías telefónicas se beneficien, digamos que “ladronamente” de nuestra necesidad  de comunicación. Quizá algún día podamos conocer la razón de que sus precios sean tan abusivos, en comparación con los que cobran  en los locutorios. ¿Por qué será?
Hoy estaba invitado a comer cocido con pelotas y hubiera sido, además de ingrato, un poco tonto no aceptar algo tan sublime en un día como el que hemos tenido, con viento desapacible y frio. Cuando no me han visto, me he chupado los dedos. He disfrutado de buena compañía y después, he vuelto a la dulce ( y hoy más silenciosa) paz del hogar, donde he seguido con el sudoku . Después he ido a la iglesia de al lado.
Cada vez que oigo lo de las Bodas de Caná se me viene, inevitablemente, a la cabeza no la imagen de Jesús convirtiendo el agua en vino (es decir, algo bueno pasa a ser mejor) sino la de ésa cantidad de gente que nos “agua” todos los días quitando y recortando  por  nuestro “aquí”, pero nunca por su “allá”.
He conectado el ordenador, intentando ser un poco más rápido en contestar a los correos de los que me favorecen con su atención, pero debo reconocer que no pocas veces resulta una labor ardua,  que me intenta encadenar más de lo que quisiera aunque, por el momento me voy escapando.
La ropa que he tendido esta mañana estaba, toda,  seca. La he recogido y distribuido de la mejor manera que he sabido.
Una cena corta y no demasiado calórica ha intentado compensar el exceso de calorías del cocido con pelotas y, seguramente, lo ha conseguido.
No había grandes cosas que ver en la tele, así que he visto una comedia y cuando el sueño me ha llamado no he sido demasiado remiso en dejarme llevar. ¡Hasta mañana!

No hay comentarios:

Publicar un comentario