DIA TERCERO.- He descansado
aceptablemente bien, aunque sigo esperando que mi reloj particular se anime a
avisarme a partir de las siete de la mañana. El día ha amanecido con parches de
nubes compactas, grises; hace un aire frio que no anima, precisamente, a
abandonar la calidez del hogar. Pero no queda más remedio que hacer lo que está
previsto.
La rutina diaria de aseo y desayuno se
cumple en todos y cada uno de sus pasos.Concecto la calefacción a 24 grados.
Alrededor de las 8,15 saco el coche del
garaje y me marcho a San Juan. Allí me espera la tarea de atender al operario
de la empresa de mantenimiento para que repare la fuga de agua que hay en casa
de R, quien me ha pedido le ayude , en su ausencia.
Puntualmente, a las 9 se presenta esta
persona e inicia su trabajo. Mientras, pongo en marcha la lavadora cuyo
funcionamiento es parecido al de casa. De vez en cuando me acerco a observar
los trabajos de mantenimiento. Básicamente limpiar una tubería enterrada y la
zona por la que atraviesa la pared del sótano para, seguidamente, rellenar el
hueco de la pared con una pasta flexible que, a la vez, impida el paso del agua
desde el exterior y si se produce asentamiento de terreno siga cumpliendo su
función aislante.
Empieza a llover. El tamaño de las gotas
parece anunciar un fuerte aguacero, por lo que me apresuro a recoger la ropa
tendida y pasarla al interior de la casa, pero todo queda en una leve lluvia de
apenas quince minutos.
Hora y media, aproximadamente, ha
tardado el operario en hacer su trabajo de hoy. Como no puede continuar hasta
que se seque el material que ha puesto, cubrimos el agujero con el armazón y
plástico y dejamos para el jueves próximo a las 9 la segunda fase de la
operación. Me pide que le pague y le indico que le daré una parte del precio
convenido. El resto, cuando termine. Llama a su jefe y le dan conformidad.
Ha salido el sol y han ido
desapareciendo las nubes, aunque el cielo sigue lleno de islas grises que no
aclaran la duda sobre si lloverá o no. El coche, que había dejado junto a la
puerta, tiene aspecto sucio, al haberse mezclado el agua de lluvia con el polvo
que se ha acumulado en los dos o tres días en que lo he utilizado. Me marcho a
casa.
El contraste entre el aire frio de la
calle y el agradable ambiente de casa es confortante. Me quito el chaquetón y
conecto el ordenador para leer el correo. Hay ocho nuevos. Uno de ellos, el que
envía C de la Asociación de Vecinos, me desazona. Interpreta una sugerencia de
trabajo en un sentido totalmente alejado de mi idea y hace un panegírico sobre
la situación social, la exclusión, la ética, la humanidad. En fin, que después
de pensarlo decido dirigirle una misiva personal para expresarle mi confusión
por su interpretación.
Hay que comprar alimentos y , lista en
mano, voy al supermercado. Todo lo compro en Mercadona y así me evito tener que
deambular de uno a otro.
Me estreno preparando comida. Aprovecho
una berenjena que hay en la nevera y la rebozo con huevo para freírla, una vez
cortada en rodajas. Hoy la comida es esto mas fideos con carne que sobraron hace
un par de días.
Veo algún documental en la tele y por la
noche reunión de la Asociación de Vecinos, para tratar de varios temas. Nos
emplazamos para el próximo jueves, cada uno con una tarea definida.
En casa una breve rato de televisión y a
la cama.
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