TRECEAVO DIA(31 Enero 2013).- Como
alguno de mis lectores ha planteado la cuestión, para aclarar dudas y, de
momento, cada día de este diario se publica al siguiente. Digo de momento,
porque como todavía no me pagan por escribir no tengo necesidad de inventar
nada y me ciño a los hechos. No obstante, a partir de ahora, pondré la fecha a
la que me refiero, aunque este relato diario finalizará el próximo día 4 en que
la ausencia también lo hará, si Dios quiere.
Bueno,
pues hoy me he enfrentado, una vez más, con la lavadora y ¡oh, sorpresa!,
cuando ya estaba mezclando el agua con el jabón me percato de que había dejado
varias prendas fuera. Me consuela el dicho según el cual “los sabios son un
poco despistados”. ¿Seré un sabio?
Mientras
espero la llegada de una persona, José se llama, que va a montar una mampara en
el baño, actualizo el blog . Aparte de esto voy tomando notas en borrador, que
luego me servirán para escribir el Diario.
Evidentemente,
como no podía ser de otro modo, los medios de comunicación son el germen de
alguna que otra idea. Tengo claro, sin embargo, que lo que recibimos como
noticias no pocas veces son opiniones, lo que se traduce, finalmente, en
desinformación o algo peor. Ya veremos en qué queda esto.
Llega
José y va instalando y tomando medidas de lo que espero se convierta en una
cómoda mampara. Hablamos mientras y me comenta (él es el dueño de la empresa)
las dificultades por las que atraviesa para pagar la nómina a sus empleados, ya
que buena parte de su actividad se concentraba en la construcción.
Le
dejo con lo suyo y vuelvo al blog, donde leo un comentario de el Bechler, un
antiguo compañero de estudios de la Laboral de Gijón. Como es lógico, ya que ha
tenido la paciencia de leerme, respondo a su comentario. Paso después al blog
de la Laboral . En su portada hay una foto cuyo pie dice: “nuestra antigua casa
expropiada”. Multitud de pensamientos cruzan mi mente y evoco los gratos
momentos que allí pasé. Recuerdo, también, que hace seis años durante un viaje pude
visitar la Laboral. Me emocioné. Pedí a mi esposa que me disculpara unos
instantes y fui mirando, viendo, hasta que no pude evitarlo y mi rostro se vio
surcado por lágrimas. ¿Quién dice que los hombres no lloran?¿Seré una
excepción?.
Se
marcha José y me dispongo a ejercer de cocinero, en plan serio, pero nada de
abrir latas o freír huevos. Alta cocina mediterránea. Voy a preparar nada más y
nada menos que “bollitori” o sea, en castellano: hervido. Los ingredientes
baratos y fáciles de encontrar: Patatas, cebollas, bacalao, judías verdes
anchas, aceite, agua y (aquí interviene ya lo propio de un país desarrollado)
una olla a presión a la que sólo le falta hablar, porque silbar sí sabe.
Otro
día pondré la receta y las fotos, por si alguien duda de mis habilidades. Dejo
constancia de que, además, he preparado “all i oli” o lo que es lo mismo, en
castellano ajoaceite.
Haciendo
gala de una osadía que ni yo mismo esperaba, he comido un buen plato y ¡estaba
excelente! Bueno, quizá no tanto, pero para ser un aprendiz…
Las
deformaciones, quiero decir informaciones, de televisión me recuerdan la
siguiente situación, correspondiente a un chiste(creo recordar), aunque no lo
tengo muy claro:
Un señor va al cine. Se sienta, empieza
a ver la película y le entra lo que llamamos “un apretón”; parece que le ha
sentado mal la comida. Se levanta todo lo raudo que puede y va al aseo. No hay
ni un sitio libre. Empieza a dar vueltas con las piernas apretadas y
sujetándose la barriga, mirando aquí y allá. Nada, nadie deja libre un puesto.
Se aleja, mira. En un oscuro rincón ve algo en el suelo que parece un agujero.
Respira aliviado, se baja los pantalones y alivia, también, su ocupada tripa.
Todo satisfecho, tranquilo y relajado,
vuelve al patio de butacas y se encuentra con las luces encendidas y muchas
personas con la ropa manchada y limpiándose. Un olor un poco como de cloaca
llena el ambiente. Pregunta al acomodador y este responde: “alguien se ha
cagado en el tubo de un ventilador”
Igual que ahora. Ya no somos simples espectadores
viendo la función. La mierda nos ha alcanzado, porque siempre hay alguien que,
en lugar de intentar limpiarla, se dedica a esparcirla. Bueno, ya somos parte
del drama, ahora no podemos ignorarlo y tendremos que actuar. El guión lo puede
preparar cada uno.
Termino la comida y durante unos minutos
medito (esto viene porque alguien dijo que los jefes no duermen, meditan.
(Ahora soy mi jefe). Después cojo los papeles de inglés y me dedico durante un
buen rato a intentar sacarle punta.
Al hilo de esto, hablando ayer con mi
amigo en Calpe, salió a relucir la divergencia entre la edad física y la edad
mental. Cómo ahora se ven tantas cosas con una claridad meridiana y, sin
embargo, ya no tiene uno la capacidad física necesaria para acometer según qué
cosas.
Antes de cenar salgo a dar una vuelta,
llevo el plástico al contenedor de reciclaje y hablo con P, que me da una bolsa
con varias cremas para mi viajera esposa, hablamos con relación a temas del
barrio y me pide escriba una carta para la alcaldesa.
Cuando llego a casa hago un borrador y
se lo envío, con alguna anotación, porque no tengo los datos precisos y puede
que algo de lo que incluyo no se corresponda con exactitud con los hechos.
Hoy toca para cenar alcachofa al horno
(también comprada por mí y guisada por el horno según mis instrucciones) y
manzana. Un poco de agua y a ver un documental. Después repaso el correo y dejo
preparado esto para incluirlo en el blog.
Mañana estoy invitado a comer, saldré de
casa alrededor de las diez a.m. y ya no volveré hasta las cinco o las 6 p.m.
Pues vale ya, otro día continuaré.
Quedan tan sólo unos días para que mi viajera vuelva.
Hasta entonces, cada día seguiré
escribiendo.
Que descanses, amor mío.
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