La
vida está llena de pequeños detalles que la enriquecen y permiten que haya un
respiro en aquéllas situaciones en las que uno no se encuentra en su mejor momento.
Con
la ciudad donde uno vive ocurre otro tanto. Sí bien es cierto que prestamos más
atención a lo que está en desorden, porque contribuye a crear un cierto
desequilibrio interior, lo que satisface es dar un paseo y encontrar un bello
jardín bien cuidado, una papelera que se ha utilizado para eso y no para
esparcir a su alrededor lo que se
desecha.
No
hace falta ser un observador muy agudo para ver cómo está la ciudad, cuyo
aspecto en demasiadas ocasiones se debe más a una desidia de quienes deberían
estar a su cuidado que a ciudadanos incívicos a quienes no importa nada sino
ellos mismos.
A
continuación dos detalles; el uno positivo, el otro menos. Cada uno debe
decidir cómo quiere que sea su ciudad y trabajar por y para ello. Hay muchas formas de hacerlo.
Cada cual debe averiguar la suya.
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