En
un telediario reciente escuché, no sin asombro, cómo el abogado del señor
Undargarin se manifestaba, ante la exigencia a su cliente de una fianza
solidaria con el ex socio de éste de 8 millones de euros, declarando que “…lo
elevado de la fianza suponía un empobrecimiento injusto”.
No
voy a entrar aquí en el enjuiciamiento sobre la culpabilidad o no de este
señor, porque para eso está la justicia y, además, bastantes declaraciones y
manifestaciones han aparecido en los medios de comunicación.
Sí
quisiera comentar lo del “empobrecimiento injusto”. Porque supone, de hecho, la
admisión de la comisión de un delito, infracción, o como se deba llamar
técnicamente. Si yo estuviera imputado y en una situación similar, diría que me
parece injusta la fianza o desproporcionada, pero no por el hecho del
empobrecimiento, sino por sentirme no culpable.
Contrasta,
por otra parte, esta expresión, con la escasez de comentarios acerca del
“enriquecimiento injusto” que, según parece probado, ha habido en las
transacciones realizadas por la empresa de la que el ya citado señor era socio.
Este “enriquecimiento injusto” se corresponde de manera exponencial con el
“empobrecimiento injusto” que, ahora sí, han sufrido todos aquéllos
trabajadores, empresarios, entidades, etc,. que han visto recortados sus
ingresos o han suspendido pagos como consecuencia de que el dinero obtenido de
todos a través de los impuestos haya servido, en detrimento de la economía
pública, para pagar facturas inexistentes o con precios tan exageradamente
altos que difícilmente un ciudadano honrado aceptaría y, es obvio que no se hubiera hecho de no
existir una trama de corrupción.
Si
hubiera una forma exacta de averiguar la cuantía de pérdidas en la cadena de
impagos, seguramente excedería en mucho del importe defraudado, porque no es
solamente el hecho de no pagar, sino lo que va unido a ello, como son: pérdida
de los activos de una empresa y de la confianza generada a lo largo de su vida,
pérdida de vivienda por no poder pagar la
hipoteca, imposibilidad de hacer frente a posibles contratos por no poder
disponer de los fondos necesarios, cierre de proyectos de investigación por
falta de fondos, muertes por demoras en lista de espera generadas por falta de
personal médico, etc.
Y añádiría a los perjuicios, el de la perdida de la confianza en vivir en un estado de Derecho, donde las personas que cumplen con sus deberes como ciudadanos/as honrados/as y decentes, son defendidos y protegidos de aquellos otros/as que sólo pretenden aprovecharse del resto.
ResponderEliminarYo creo Mateo, que lo único claro es que ,DE HECHO, todavía estamos en un Estado. Lo de los DERECHOS me temo que es una cuestión que no se estudió adecuadamente por algunos. Al menos, en lo relativo a los de los demás. Los propios, generalmente son exigidos con contundencia, olvidando esa cosa que es la RESPONSABILIDAD AL EJERCER EL DERECHO.
EliminarQue este individuo, porque lo de señor no le pega, utilice ese argumento da una idea muy cabal de su calaña, del concepto de justicia que tienen él y sus familiares. Y ese concepto es algo ya secular en este país y de lo que difícilmente nos libraremos.
ResponderEliminarEstoy contigo en que difícilmente nos libraremos, pero si la gota de agua "se hubiera pensado" los años necesarios para formar una estalactita/estalagmita y hubiera dicho "total, ¿para qué?" no podríamos admirar su belleza
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