Con
relativa frecuencia aparecen, en los medios de comunicación, referencia a las
multas de tráfico y los radares achacándoles “afán recaudatorio”. No diré que
este es un factor a despreciar, pero quisiera incidir en una cuestión importante.
Todos
los que hemos elegido vivir en sociedad somos titulares, como ciudadanos, de
unos derechos los cuales no nos eximen de cumplir las obligaciones que se
derivan de la legislación vigente en la población o país de residencia. Por
ello, entiendo que inscribir el tema de las sanciones o multas por
incumplimiento de alguna ley, cualquiera que sea, al tema estrictamente
económico, no deja de ser una falacia e instrumento de retórica y demagogia.
Está
claro que hay normas que nos parecen injustas, pero son legales. Por ello, el
único mecanismo ordenado que nos puede llevar a suprimirlas o mejorarlas es el
que hemos establecido a través de los medios democráticos aceptados por la
mayoría.
Si
nos ceñimos al tema del tráfico, debemos reconocer, en conciencia, que no pocos
conductores se exceden en la velocidad, aparcan sobre la acera, en doble fila o
sobre pasos de peatones porque están más cerca de ése bar en el que están
tomando cerveza, o de ése mercadillo al que han ido a comprar la verdura.
Obviamente, si todos los ciudadanos hacemos lo mismo se creará un caos que es
el que se ha pretendido evitar emitiendo una norma que prohíbe los
aparcamientos inadecuados.
Está
claro que éste es un tema menor comparado con otros como el asalto o el
asesinato y lo procedente sería graduar su cuantía en función del peligro o
molestias que se ocasionan, pero ¿cómo estimar el número de peatones afectados?
¿Acaso es posible adivinar que alguien puede ser atropellado porque un vehículo
en doble fila le ha obligado a pasar por la calzada? ¿Es, siempre, el exceso de
velocidad causa de tragedias?. Son muchos los ejemplos que se pueden sugerir
como causas de situaciones fatales e imprevisibles, que no liberan de
responsabilidad al causante, ya sea por acción u omisión y que se pretenden
evitar con ésas normas que, no pocas veces, nos disgustan pero que previenen
males mayores.
Seguramente
soy una persona rara, porque cuando conduzco y utilizo el navegador no aplico
la opción de “aviso de radar” y procuro circular a la velocidad establecida,
aunque me vea acosado en bastantes ocasiones por conductores que creen que la
carretera es un circuito de pruebas y soy un estorbo para sus demostraciones de
habilidad al volante.
Quizá
el problema nuestro, como españoles, radica en la mala educación cívica, que no
nos hace pensar en el posible perjuicio causado a los demás por el hecho de hacer
las cosas a nuestra comodidad, lo cual no impide (faltaría más) que nos sepa a
cuerno quemado cuando somos nosotros los perjudicados por la acción de otro.
Así
nos va.
El evitar la sanción está en nuestras manos, lo cual no quita que haya radares en sitios en los que no viene a cuento y no los haya en otros en los que vendrían muy bien. En esto es en lo que podría haber razones recaudatorias. Por ejemplo, estás en una recta con limitación de 50 y frente a ti ves la señal de 90. Aceleras para llegar a esos noventa, permitidos unos metros más allá, y un radar situado un poco antes de dicha señal de 90 te sanciona. Esta es una situación real y no me han sancionado en ese lugar porque menos mal que ya lo sabía.
ResponderEliminarEs posible que no haya expresado claramente que a lo que me refiero es a la educación cívica, al margen de que haya situaciones en las que ., aunque sea como indicas, en todo caso hay unas señales de circulación que, en general, benefician a todos.
ResponderEliminarComo es obvio, es cuestión de opiniones.
Te has expresado perfectamente y así lo he entendido. La educación cívica es imprescindible y deberíamos obedecer lo que indican las señales por nuestra propia seguridad y la de otros y no por el temor a la sanción. Mi comentario va también en ese sentido. Esa misma educación cívica deberían aplicarla los que sitúan los radares y las señales en lugares inadecuados sólo con criterios sancionadores y no de seguridad vial.
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