Siguiendo
con el tema de los jardines espontáneos, es claro que su existencia debemos
agradecerla a la incompetencia de los servicios de limpieza que, incumpliendo
sus obligaciones permiten el desarrollo, a veces hasta extremos insospechados,
de diversas especies vegetales que luego prestan esa nota de color que rompe la
gris monotonía de nuestras calles.
Con
harta frecuencia estos arbustos crecen junto a los bordillos de las aceras o
adosados a paredes de edificios, lugares-sin duda-en los que no se ha establecido
una unión perfecta entre los materiales de construcción y se acumula tierra en
la que germinan sus semillas.
Otro
espacio muy aprovechado es el de los alcorques vacíos de árboles que un día
desaparecieron por muerte natural o a beneficio de los vándalos que, de cuando
en cuando, pasan por las calles como torrentes en día de tormenta, avasallando
cuanto encuentran a su paso.
La
falta de la limpieza en los alcorques de los árboles, unido a la posibilidad(en
ocasiones remota) de que el sistema de riego funcione y aporte agua son, en
otros casos, la causa de que plantas y arbustos encuentren facilidades para
crecer.
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