sábado, 14 de septiembre de 2013

CUANDO ERA JOVEN





            Cuando era joven(de eso hace  ya mucho tiempo), mi padre solía decirme:”a ver con quien te juntas” y creo que, aunque he metido la pata en más de una ocasión, el balance general ha sido positivo, si lo interpreto desde el punto de vista de esa parte de la sociedad que todavía cree en la existencia de valores, más allá de los bursátiles, y a la que creo pertenecer.
            En consecuencia, cuando escucho o leo por n-ésima vez noticias sobre el caso Bárcenas o el caso Noos y las repercusiones que van teniendo en los diversos actores de su reparto, vuelven a mi mente aquéllas palabras tan sabias que tuve la suerte de escuchar y, aunque a veces con cierta rebeldía, atender. Creo que, entonces, no comprendía bien aquello de “un futuro mejor”. Ahora, con toda claridad, cuando mi futuro es ya cosa sin importancia y puedo juzgar con cierta imparcialidad mi pasado, entiendo que “lo mejor” no siempre es lo más caro, lo más fácil o lo que me han querido “regalar” y, aunque es cierto que la vida en sociedad(al menos en esta que hemos creado) tiene, en bastantes ocasiones ,cierta similitud con la de la selva virgen, no lo es menos que hay cierto grado de libertad para elegir entre formar parte de las hienas que siempre están buscando carroña o intentar apartarse y buscar otro modo de vida.
            Hoy, quizá, el problema es que las “amistades peligrosas” no se limitan a sablear o aprovecharse más o menos de los inocentes. Por lo que se ve, un buen número de esas “amistades” nacen ya con la desconfianza propia de los rufianes (quizá porque realmente así sea) . De otro modo no se explica que, cuando hay una desavenencia, siempre alguien se ha cuidado de escribir, copiar, escanear, grabar o fotografiar reuniones, conversaciones, documentos, en los que se deja entrever con mayor o menor claridad que el otro no es tan inocente como manifiesta y que el acusado en realidad es una víctima.
            La Justicia, ésa señora aparentemente ajena a la subjetividad, ha perdido ( o así lo parece ) parte de ése virginal encanto y también paulatinamente la confianza social depositada en ella, bien porque sus representantes no son lo ejemplares que debían , bien porque agobiada por el peso de las cargas que gravitan sobre ella apenas puede moverse y ésa lentitud hace que pierda efectividad, tornándose en injusta cuando es incapaz de reparar el daño.
            Decía el antiguo saber: “pleitos tengas y los ganes” como dando a entender que la Justicia no iba a ser barata. Ahora se pone más de manifiesto ante las subidas de tasas judiciales, que harán a más de un inocente plantearse su reclamación, mientras que los de siempre se frotarán las manos, puesto que pueden permitirse el lujo de pagar y esperar, sin que el veredicto final les descomponga el gesto, dada la naturaleza granítica de su faz.
            Creo que era Churchill quien decía: “la democracia es el peor de los sistemas, si excluimos a todos los demás”. Algo así habría de decirse de la Justicia, que hoy-tal vez- debería escribirse con minúscula.      

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