“Bien, en ése caso,
queda Vd. detenido por el asesinato de Laura Bermúdez. Puede pedir, si lo
desea, la asistencia de un abogado. Antón, llame a un par de agentes para que
conduzcan al detenido al calabozo”, concluyó el Inspector
Suarez.
“¡No tiene prueba
alguna contra mí!” exclamó,
alterado, el Sr. Soria.
“¿No?,
adujo el Inspector. “Si hubiera sido más
observador, se habría percatado de que el olor de su orina, tan penetrante,
tiene su origen en los espárragos que comió en casa de Laura Bermúdez;
espárragos que manifiesta no haber ingerido, puesto que así consta en su
declaración. Ahora vendrá el forense para tomarle una muestra de orina y unirla al expediente, con
el resto de pruebas”.
El
rostro de Arturo Soria se tornó lívido y, entre sollozos, balbuceó: “¡Yo no quería matarla! Ella me provocó. Se
rió de mí, llamándome saco de grasa y diciéndome que solo había salido conmigo
por mi dinero. En un impulso, cogí el cuchillo
de su mano y se lo clavé”.
“Pues ahora tendrá Vd.
ocasión de seguir un buen régimen en la cárcel” replicó
el Inspector Suarez. “¡Llévenselo!”, dijo a los agentes que esperaban junto a la
puerta. Seguidamente ordenó los papeles extendidos sobre la mesa y,
dirigiéndose al detective le dijo: “Antón,
una vez más la justicia ha vencido al mal. Los delincuentes siempre dejan algún
cabo suelto, olvidan que las mentiras tienen las patas muy cortas. Mañana
prepararemos el informe. Vamos a casa, que la familia nos espera”.
El
Inspector y el Detective Antón, tomaron
sus gabardinas y salieron a la calle. Una fina llovizna anunciaba el inicio del
otoño, que se esperaba húmedo. El frescor de la calle en su rostro, contrastaba
con el viciado por el humo de la comisaría. Se despidieron, caminando cada uno
en dirección opuesta al otro, pero ambos con la satisfacción de haber hecho
bien su trabajo.
FIN
(Galardonado en el año 2014 con el II Premio en el IV Certámen de Narración Breve de Ciudadanos Mayores organizado por CIMA)
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