miércoles, 5 de noviembre de 2014

EL INSPECTOR SUAREZ Y EL ASESINO VEGETARIANO (III)

(continuación)



El sonido, en principio lejano, de varias sirenas de policía fue haciéndose más intenso y se detuvo bruscamente. Casi de inmediato  el vigilante  apareció, acompañado de dos hombres de paisano y varios uniformados. Quien parecía estar al frente del grupo se dirigió a Ana mostrándole una acreditación. “Soy el Inspector Suarez y este es el Forense,  Dr. Benítez”. Al tiempo hacía señal a los otros hombres que se dirigieron al interior del apartamento.
            “¿Puedo hacerle unas preguntas, señorita?” dijo el inspector Suarez a Ana, que musitó. “Bien” y, de una andanada, aquél las formuló todas: “¿Fue Vd. quien encontró el cadáver?” “¿A qué hora?””¿Cuándo la vio viva por última vez?”.
            Ana, aturdida aún , le miraba con expresión ausente. Sus ojos estaban enrojecidos. Retorcía entre sus manos un pañuelo, humedecido por las lágrimas y manchado de rímel y carmín. Como si estuviera narrando una novela, comenzó a hablar: “Encontré  el cadáver cuando fui a correr las cortinas y abrir las ventanas; sé que eran las ocho en punto, porque, apenas entré en el apartamento, sonó el reloj de cuco y miré el mío de pulsera. Dejé a  la señorita Laura a las siete de la tarde. Cuando llegué esta mañana, la puerta no estaba cerrada con llave; me pareció extraño y llamé, pero no recibí respuesta. Ella estaba tendida en el suelo…” Su voz se cortó con un sollozo pero, reponiéndose, continuó:”…tenía los ojos muy abiertos y miraba al techo. Un cuchillo de trinchar carne estaba clavado en mitad de su pecho”.
            El Inspector  tomaba notas en su libreta. “Dígame, ¿vino alguien a cenar anoche?”.  Ana respondió: “No lo podría asegurar, porque suele encargar la cena en el restaurante de la esquina, El Cisne Blanco”.
            En ése momento, apareció el forense. “Inspector –dijo- no hay otro signo de violencia que el cuchillo clavado en el pecho. Es el de su propio servicio, porque hay un plato con carne de la que ella tiene restos  en la boca. Todavía sostiene el tenedor en su mano izquierda. Fue un golpe certero, le partió el corazón. La muerte debió suceder entre las ocho y las once de la noche de ayer”
(continuará)

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