El posible nombramiento de la esposa del socialista Ángel Franco como asesora en el Ayuntamiento de Alicante, al margen de que tiene toda la pinta de que este señor, sea como sea, quiere seguir interfiriendo en el devenir de su partido, me lleva una vez más a cuestionar la necesidad de asesores, tal como está planteada.
El Ayuntamiento dispone de buen número de funcionarios, con todo tipo de titulaciones y de concejalías con funciones y dedicación específicas. Seguramente también con conocimientos y capacidad suficientes para asesorar en las funciones del día a día.
A qué viene, entonces, ése interés en contratar asesores que, por lo que conozco de ellos, no son ni distintos ni mejores que el personal funcionario?
Sólo puede justificarse, si eso fuera justificable, en la colocación de personas cercanas, para facilitarles una retribución que, tal vez, no obtendrían de otro modo.
Se da la circunstancia, además, de que con el cese de cada equipo de gobierno cambian las personas que ocupan esos puestos . Con ello nos encontramos que la experiencia y conocimientos adquiridos en la realización de los posibles servicios, actuaciones, proyectos en los que hayan podido participar, se pierden.
Esto no sucedería si quienes desempeñan los puestos de asesor fueran funcionarios que, además, podrían asesorar a cualquiera de los grupos políticos desde la independencia que supone no estar ligado a ninguno de ellos.
Si, realmente, tienen nuestros gobernantes municipales intenciones de ahorrar para que las agotadas ubres de la Hacienda local alimenten los presupuestos, ya saben por donde empezar.
Y si el Grupo Socialista tiene la menor intención de renovarse y apartarse de la "vieja guardia", no parece que haya elegido el camino adecuado.
En fin; veamos hasta que punto se lleva a cabo lo de :" obras son amores, que no buenas razones"
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