Mientras veía en televisión la entrevista a un político quien, sonriente, declaraba la importancia de un desarrollo sostenible basado en el respeto al medio ambiente, que no es opuesto al beneficio económico, sino favorecedor , me preguntaba a mí mismo cómo se compatibiliza éste en un mismo gobierno que, lejos de apostar por energías limpias, impone a estas tantas trabas como para disuadir a sus potenciales impulsores.
Somos, seguramente, uno de los países con más posibilidades de generar energía limpia por horas de sol, sin desdeñar la eólica o la marítima, pero nuestros políticos siguen empeñados en hacer el juego a las compañías eléctricas a cambio, éso sí, de un puesto bien remunerado en sus consejos de administración. Éstas, que ven peligrar su jugoso negocio si los particulares montan sus propias instalaciones de energía, procuran "aconsejar" a los políticos y una mano lava la otra.
En general, las políticas de los países hacen gala de su interés por el medio ambiente, pero su forma de actuar va en sentido contrario en no pocas ocasiones.
No tenemos que ir muy lejos para comprobarlo. Si alguien consigue llegar hasta el vertedero de su ciudad verá, si le dejan, cómo entierran todo tipo de resíduos y de reciclado, nada de nada.
Y qué decir, cuando los contenedores de resíduos se limpian en la calle ?
Pero no nos extrañemos. La labor de separar los desechos para facilitar su reciclaje es tan ardua, que hay ciudadanos que no pueden soportar el enorme esfuerzo que supone colocarlos en bolsas diferentes y los arrojan,juntos, al mismo contenedor, cuando no dejan la bolsa tirada en la calle.Bastantes propietarios de mascotas ignoran sus obligaciones y permiten que estas suelten sus desechos en cualquier parte.
Debemos ser exigentes, pero pongámonos las pilas y seamos coherentes.
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