Recientemente hice una apresurada lectura de unas declaraciones del líder de Podemos, que me indujeron a cometer un error de apreciación y, con él, unas manifestaciones incorrectas que he rectificado.
Esto me ha llevado a recordar aquéllo de "eres esclavo de tus palabras y dueño de tus silencios" más, también, lo de "rectificar es de sabios" y, aunque no me tengo por esto último, sí reconozco que, a lo largo de mi vida, he rectificado en muchas ocasiones. En la mayoría de ellas he aprendido que, también, el error tiene una gran importancia en el desarrollo personal, si se acepta como fuente de información para no incurrir de nuevo en él.
El hecho de que el ser humano sea imperfecto tiene, posiblemente, la ventaja de que siempre es susceptible de mejorar. Bien cierto es que, para ello, es necesario despojarse de toda soberbia y, con humildad ( que no humillación), aceptar tanto que se cometen errores, como la posibilidad de que un mismo problema sea objeto de distintas soluciones, no necesariamente opuestas.
Los dramáticos sucesos ocurridos últimamente, así como la proximidad de las elecciones, han puesto en nuestro camino una ingente montaña de información, opiniones, sugerencias...Tal cúmulo de datos resulta difícil de digerir, aún por los más avezados. Será, en la mayor parte de las ocasiones, el sentido común el que nos debe llevar a tomar la decisión que consideremos más adecuada, no dejándonos llevar por el aspecto de los interlocutores, por su excelsa palabrería ni por la fuerza de las imágenes.
Pese a que estamos en la sociedad de la información y la enorme facilidad de comunicación que nos brindan los medios sociales, parece que nos estemos, una vez más, alejando de las posturas de razonamiento necesarias para mantener un dialogo que conduzca a la serenidad e impulse nuestro desarrollo, tanto como seres humanos, como de la sociedad en su conjunto.
Posiciones antagónicas, basadas en "la razón soy yo" han demostrado, por sus resultados a lo largo de la Historia que solo con actuaciones sobre la educación es posible conseguir el equilibrio, la paz y un desarrollo social que permita una vida sin sobresaltos.
No son pocos los que enarbolan esta o aquélla bandera o basan toda su fe en una u otra organización, olvidando que estas son únicamente símbolos ; que lo único realmente importante son las personas, que son quienes tienen la capacidad de tomar decisiones.
Son las personas las que hacen que ésta o aquélla institución funcione adecuadamente. Son las personas las que hacen que que las demás aceptemos su liderazgo. Somos, pues, las personas, las únicas responsables de nuestro futuro. Futuro que empieza con el amanecer de cada día.
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